lunes, 30 de septiembre de 2013

Lección de vida: Un día nublado.

Este texto a modo de conversación no es mío... Pero no tiene desperdicio. Os invito a que lo leáis... Es maravilloso.

- Estoy deseando contarte lo que mis ojos han visto y mis manos han sentido.


- Dime, te leo con atención.

- Me hubiera gustado que estuvieras allí, el viaje me ha encantado... No he podido dejar de mirar el paisaje. Es tan hermoso cuando llueve... Es tan mágico cuando bajan las nubes para acariciar las montañas, cuando el verde de los árboles intenta abrirse camino entre el grisáceo de las nubes, cuando se mezclan olores, colores, sabores, vida... No se muy bien cómo explicártelo pero el viaje ha sido muy hermoso para mí, y mi retina ha intentado absorberlo todo para contártelo.

- Pues lo estás haciendo de una forma muy bella.

- Es que me gusta mucho cuando las nubes bajan hasta la tierra. Es como si nos hiciéramos grandes y pudiéramos tocarlas. Ellas nos muestran lo humildes que son, al fin y al cabo, y bajan para dejarse acariciar por toda la vida que hay aquí abajo.

- Es precioso...

- Hoy olía a limpio, a belleza, a agua, a vida, a armonía, a paz (...) y cuando saqué mis dedos por la ventana y sentí finas gotas de agua tocándome un instante sólo, el suficiente para que el viento se las llevara, también me encantó...

- Me estás transportando a un mundo que reboza naturaleza (...) Qué bonito...

- Es que quería que estuvieras alli, y no se me ha ocurrido otra cosa mejor que contártelo. Te lo cuento y aún estoy viendo la mezcla de colores, el gris de la tierra, las diferentes tonalidades de verde, las nubes bajas, tan finas, nebulosas, tan cercanas... Ya se que soy muy pesada con las nubes pero hoy me han hecho sentir bien.

- Entonces conseguiremos muchas nubes de esas para todos los días, para que siempre te sientas como hoy.

- Las nubes son caprichosas, hay que dejarlas hacer... Si fueran tan accesibles siempre perderían su encanto... Los días de lluvia también lo tienen (su encanto)... Es solo que a veces, no sabemos mirar.

lunes, 16 de septiembre de 2013

...Buen viaje.

Como las estaciones, los años van pasando sin que apenas te pares a pensar en el crecimiento de lo que te rodea. Sólo parecemos apreciar la salida del sol y del ocaso en una misma jornada... sin tener en cuenta que es un sumatorio de horas y momentos los que lo forman.
Hace unos años conocí a dos personas, diferentes como el día y la noche. Una, loca ausente, soñadora con pies en el suelo, dada a los demás y con el eterno peter pan en su affaire, jugando a no querer ser mayor cuando ella sabe de sobra que grande es desde hace mucho tiempo. Otra, responsable, amable, bondad personificada y prudencia, con aspiraciones edificables en torreones de ladrillos para dejar su sello en vida y ser recordada a su muerte. Las dos, soles de un mismo trío, patas de un banco a tres que seis cuerdas de guitarra unieron una vez en la Casa de la Cultura de la villa de Utrera y qiue a ésta que escribe la hacen sentir cada vez con más años a las espaldas, con más recuerdos que contar y con más conversaciones que firmar, hablando de la vida, como siempre, con un café de media tarde.

Son mis niñas de guitarra... y una vuela ya sola hacia un destino mejor, para volver con una experiencia formidable. Espero que tenga en su maleta una foto que no la ate, pero sí le recuerde de donde es, de donde viene y a los que deja en tierra, los mismos que la miramos marcharse de espaldas esperando que vuelva la mirada para decirle que la queremos. Y mucho.

Te echaremos de menos, Isa. Cuídate mucho.


... Buen viaje.