sábado, 8 de diciembre de 2012

Sin Humo

De pequeña, recuerdo a mi padre siempre con un cigarrillo en la mano. A pesar de ser anti-tabaco (Habiendo visto pulmones alquitranados en cirugía torácica y trabajando en un servicio de Neumología con EPOCs por doquier ya me valdría si no...), el olor a tabaco en las manos de mi padre me aportaban tranquilidad y protección, así que me gustaba y me sigue gustando oler unas manos que desprendan ese inconfundible aroma.

Hace ya años, mi padre fue capaz de dejar el cigarro a un lado después de que la voz de ratita del pequeño de la familia lanzara un dedo acusador. Él lo logró, no sin esfuerzo. Lo consiguió como un campeón.

Ahora que llega el año nuevo, ¿Porqué no te lo propones? En serio... Seguro que sabes que lo digo por tí, amigo. A la otra del trío ni lo intento sin bombo a la vista. Venga, ¡ánimo! ¡Tú puedes!



...Eso siempre que los Mayas se equivoquen... ;)

 

 

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