domingo, 10 de abril de 2016

Cicatriz

Una cicatriz puede ser para toda la vida. Y digo puede, porque no se descarta que se modifiquen. Sino, que se lo pregunten a aquel hombre cuyo ombligo-lo que no deja de ser una cicatriz- desapareció tras una cirugía abdominal, que yo me acuerdo haberlo visto de pequeña y quedarme con la boca abierta.

Un tatuaje es para siempre. Me decía mi hermano que siempre es mucho tiempo, y yo le respondí que siempre es solo siempre. Es una cicatriz que te haces queriendo, en cierto modo como arte y en parte también para nunca olvidar algo que marca tu existencia. 

Llevo muchos años pensando en tatuarme. Si no lo he hecho antes es porque me tomo las cosas con calma, las medito y las sopeso, llegando a una conclusión que, de momento, nunca se ha dado el caso de darse la vuelta como un calcetín. No encontraba algo lo suficientemente importante para mí como para acompañarme como me acompañan mis cabellos, mis dedos meñiques torcidos como caminos sinuosos, mis ojos expresivos, mis tobillos gordos o mi cuello largo y esbelto. Todas estas cosas son parte de mí, y son bonitas o no tan bonitas, pero son mías, y van a seguir siéndolo siempre. 
Hace unas semanas tuve claro qué quería. Un título de canción que representa para mí la libertad, la persistencia, el arte, la música en todo su esplendor, pero también la humanidad, la sinceridad y el saber vivir conforme a la existencia que una desea, sin desear hacer mal a nadie con sus actos. Otra cosa es lo que se consiga.

Y eso me he tatuado. Sé que a ciertas personas no les va a gustar enterarse, pero es lo que hay. Ahora, tengo una nueva cicatriz que me gusta, que he elegido yo y que quiero. 

Don't take offence at my 'Innuendo'

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