viernes, 14 de marzo de 2025

Claridad

Vuela, mi pequeño, salta sobre los charcos, mójate la cabeza de ideas propias y no te achantes por otras opiniones, pero escucha y respeta. No te escondas detrás de tu vergüenza, pero se prudente, habla templado y despacio, y no olvides gritar ante las injusticias. Se mejor de lo que yo pude o supe, pero se tú mismo; inquieto, curioso, retador. Sobre todo, intenta ser buena persona, porque únicamente así se puede además ser feliz. 
Y anda, pequeño; vuela, salta y corre también contra el viento, y recuerda que en una calle mojada por tremendos chaparrones, aún hay al final claridad hacia donde ir.

miércoles, 12 de marzo de 2025

Vivir con miedo.

(Aviso importante: Borrador antiguo- entrada publicada más de dos años después de escribirla) 

Ocho son los meses que casi llevas aquí, y me pregunto muchas veces si ya me he acostumbrado a tí, a tenerte como ahora, entre mis brazos, dormido tras el baño, plácidamente respirando mientras beso tu frente. O si, cuando no estás, mi mente viaja hasta encontrarse con la persona que era antes de tí. Sigue ahí, aunque creo que tardará en volver y nunca lo hará completamente. 
Ahora soy más cauta, me noto más tranquila, más llena. Pero he de aprender lo que tantas veces me dijeron, y que no llegaba del todo a comprender. Tengo que aprender a vivir con miedo. Por que tengo miedo desde que supe que venías. Un miedo expectante al principio, aterrador los primeros días cuando te veía entre tanto elemento médico, y más asentado ahora, tras más de treinta y cinco semanas a tu lado (más, mi vida, que las que estuvistes dentro de mí). 

Pero tengo miedo. Tengo miedo a cualquier cosa que te perturbe. La picadura y hasta el zumbido de un mosquito, un golpe, un ruido estridente, una arcada en medio de una comida, un rayo de sol que frunza tu seño. Hasta el hipo, que parece no molestarte lo más mínimo, me retumba en mi cabeza y quiero mandarlo lejos cuanto antes. Y lucho por no emburbujarte y dejarte sentir, explorar, vivir, prueba y error, picor, dolor, alegría, frustración. 

Y tengo miedo a olvidarte.Tengo miedo a olvidar tu carita de ahora, como casi he olvidado la carita de hace 8 meses. Bendito Daguerre (también sus predecesores) y su daguerrotipo, por hacer posible guardar las imágenes que proyectamos en la retina no sólo en la memoria... ¡Pues qué efímera y traicionera es!
Porque tengo miedo a olvidar tambien aquello que no se puede fotografiar. Como tu piel bajo mis caricias o tu olor a leche y crema. A olvidar tu sonrisa cuando me ves aparecer y tu puchero cuando algo no te sienta bien y las miles de expresiones que pasan por tu semblante en minutos. Tengo miedo a olvidar esta sensación de explosión en el pecho, de calor, de plenitud, de felicidad cada vez que te ríes a carcajadas y tus manos me agarran mi cara, frente a frente, para buscar con tu boca mi barbilla o mi nariz. Tengo miedo a olvidar el golpeteo de tu mano en mi hombro cada mañana, cuando aún estamos en la cama y yo lucho por seguir dormida mientras tú cantas, a tu ritmo y en tu idioma. 







viernes, 21 de febrero de 2025

Cactáceas

Elena es una de esas amigas cactáceas. No necesitan que las riegues todos los días para saber que siguen respirando, acumulan agua en cada visita y están bien henchidas cuando las necesitas. No es una amistad de pillar el teléfono y contarnos las penas o las alegrías, pero aún así lo hacemos cuando estamos juntas. No es una amistad de salir de marcha o ir al cine. Pero los cafés con ella saben a gloria, aún sin hablar de cosas relevantes. El silencio también es bienvenido, y para mí, nada incómodo. 
Es una amiga, casi hermana. Una hermana sin ser de sangre, pero con la misma sensación de pertenencia. Es familia. Es calor y es risa. Y sinceridad. 
No hay preguntas incómodas. No hay juicios ni prejuicios. 
Solo hay amor, del bueno, del que dura toda una vida. Porque eso es lo que llevamos juntas. Más que una vida: bastante más de treinta años. 

Y lo mejor de todo es que pocos años me parecen. 

martes, 5 de noviembre de 2024

T R E S

Cuando oí la primera vez tu corazón fue totalmente en silencio. No fue como soñé, pero juro que no lo cambio por nada. En aquella sala, en pijama de trabajo y con miedo de que ya no estuvieras, lo oí sin oírlo. Lo escuché aún teniendo el doppler apagado, aun cuando solo se veía una manchita latiendo en medio de tanto gris y tanto negro y una voz que decía palabras técnicas que yo bien entendía, pero que no acababa de creerme. Feto en cara posterior con latido. Fue la primera vez que supe que estaba embarazada y que estabas ahí. A pesar de todo. A pesar del susto de ese día, y a pesar de que no sería el último, estas aquí.
Y ahora que todo eso parece tan lejano, cuando cantas, cuando se te ilumina la cara porque ves a la gente a la que quieres, cuando vas al parque y te falta tiempo para buscar un compañero de juego o me preguntas por personas que has visto una vez en la vida meses después de haberla visto, me pregunto cómo es posible que un pequeñajo como tú haya crecido tan rápido, cuando hace a penas 3 años estaba yo notando las primeras contracciones dos meses antes de lo normal. Y me pregunto si estoy preparada para acompañarte y seguirte en tus pasos de una manera tan vertiginosa... Que hasta para nacer fuiste veloz, puñetero.
Pero sí, aquí estás, mi pequeño colibrí, haciéndome la vida infinitamente más feliz. Corriendo en vez de andando y saltando en vez de bajando. Haciendo mis días más divertidos, más cansados y con un amor incalculable que sigue creciendo. Porque cuando te ríes, cuando miras con la puntita de la nariz apuntando hacia abajo y una media sonrisa en la cara; se me para el mundo, y solo puedo quedarme quieta para ver qué se te ha pasado por esa cabecita traviesa.
Y soy tan feliz y me siento tan afortunada que se me pone cara de tonta enamorada. Porque así me tienes, mi niño. Estando cada día más segura de que eres el verdadero amor de mi vida. 

Te quiero, Alejandro; feliz cumpleaños, mi amor; feliz vida.

martes, 22 de octubre de 2024

Incomparecencia

El sentimiento más feo que se puede tener con una persona no es el odio, o la envidia. Bajo un punto de vista más emocional, aún si cabe, para mí, lo peor que puede hacer una persona es defraudarte. Quizá porque se revierte el peso de la culpa en tí, porque tú esperas que haga algo que no quiere, no puede o no sabe cómo hacer. Y es esa persona la que lo hace, pero a ti se te queda cara de tonta esperando algo que no llega ni aunque le abras las puertas con alfombra roja y orquesta sinfónica de Viena.

Lo segundo más jodido, para mí, es la mentira y la fábula. Como decía aquel pasaje de la eucaristía: "de palabra, obra u omisión".

Y así, llegamos al culmen del proceso anterior que es el noqueo y el enfado posterior. ¿Cuánto dura todo? Pues entre uno y mil. Póngase el apellido que se quiera para delimitar tiempo ilegitimado y vagamente formulado.

Pero llegará el punto y final. Y la paz. La calma. La dicha. El sosiego y la seguridad de no necesitar más de lo que ya se tiene y se es. Llegará.

Punto y final.

sábado, 12 de octubre de 2024

Eloy y Luisma


El amor puede tener muchos símiles. Uno, quizá el más extendido, es el de una flor a la que hay que regar para que no se marchite. A mí me gusta más pensar en él como un árbol, fuerte, robusto, con grandes raíces que soporten viento y tempestades, y con ramas que te hagan tocar el cielo, acariciar el sol y te den cobijo en la tormenta.



Ojalá seáis árbol el uno para el otro. Os deseo que os cuidéis, que os brindéis el agua, el aire y la luz que necesitáis, y que brindéis cada noche porque os hacéis mas fácil el camino en esta vida. 
Juntos.
Feliz vida, amigos.

martes, 1 de octubre de 2024

Disociación

¿Sabes cuándo empiezas a escuchar algo, una palabra o una expresión, y ya no solo no dejas de oírla si no que parece repetirse hasta la saciedad? Puede que sean modas y tendencias, como la resiliencia, que siempre ha existido pero ahora hay mucha gente con esa palabra grabada con tinta en la piel. 
Quizá porque no es tan políticamente correcta- o mentalmente amable- la palabra disociado/a nadie se la tatúa, y sin embargo hay una plaga de gente que podría ponérsela bien grande en un lugar visible, por aquello de entender porqué carajo se comportan como lo hacen.

La salud del ser bio- psico- social (caracteristicas que ya he repetido en alguna ocasión en este (mi) espacio) que es el humano, tiene una dimensión infinita, proyectada precisamente en esas tres esferas. Cuando una cojea, la salud se va a tomar por saco y el holismo se vuelve loco, a tal punto que cuerpo, mente y relaciones a veces dejan de estar unidos para disociarse. Y ahora a ver quién los junta de nuevo. 

Y ahí estamos. Como espectadores videntes de futuros futuribles o no, factibles o imposibles, pero ansiosos y enfadados por las disociaciones y los disociados. 

Qué eufemismo de palabra, cuando lo que de verdad quiere decir es que esa en la que está es una situación hijaputista. Porque, encima, los disociados que no padecen el mal grave, no saben a veces que lo están (disociados, digo), con lo que no buscan ayuda ni sostén que les sostenga. 

Y ahí siguen, haciendo un verdadero Titanic: Velocidad crucero directos al iceberg.