martes, 23 de junio de 2015

Hoy quiero charlar contigo.

- Ultimamente me inquieta mucho el tema de la muerte. No le tengo miedo... es cierto, ya sabes que la veo mucho, es parte de mi día a día. No, no le tengo miedo. La gente le tiene miedo a la oscuridad eterna, al dolor de antes, a las despedidas, al infierno o al paraíso... A algo desconocido. Para mi la muerte simplemente es un apagón, como fundir una bombilla. No creo que haya nada más, no creo que se eche de menos a los que quieres... La vida se acaba de forma similar a como empieza, pura física y química. Pero no me entiendas mal: no quiero morirme, me quedan aún muchas cosas por hacer. En realidad creo que hasta me daría coraje morirme ahora.

- Tienes mucho tiempo todavía ¡Eres joven, joder...! No creo que no vaya a darte lugar de hacer todas esas cosas que quieres, o al menos a la gran mayoria.

- No, te equivocas. No pienso suicidarme, así que no tengo modo alguno de saber si me queda mucho o poco tiempo para hacer todo. No tengo, ni tu, forma de saber si voy a morir mañana o dentro de cuarenta años. No se el tiempo que me queda. De hecho, es más que probable que no haga ni una cuarta parte de lo que me gustaría, pero ¿sabes qué? No me importa. Eso es lo que quería explicarte.

- No lo entiendo... No acabo de entenderte. ¿No estás enfadado porque ya sabes que no te va a dar tiempo a hacer todo? Además, según tu teoría, no sabes si quiera si te va a dar tiempo... Ni que quisieras encontrar una cura contra el cáncer que, joder, estaría bien, más que bien, pero es imposible teniendo en cuenta a lo que te dedicas. Es decir, que si te vas a poner metas casi que imposibles, claro, ni de coña te da tiempo ni aunque fueras un vejestorio con la salud de hierro a los tiernos ciento cincuenta años.

- ¡Jajajaja!¿Ves? No lo entiendes. Déjame que te explique... No es que me marque metas imposibles, y si lo hago a veces no me importa no conseguirlas. Lo que importa es que lo haya intentado y que me sienta bien mientras lo haya intentado. A ver... Que yo quiero hacer muchas cosas... Pero lo genial es lo que estoy haciendo ahora, ahora mismo. Por ejemplo, ahora lo que me apetece estar hablando contigo. Y eso estamos haciendo, es una pequeña meta, un pequeño momento. Pero es mi momento. No se si el tuyo tambien... Perdona si no es así, y claro que me gustaría llegar algún día a conseguir otras cosas, pero ahora soy feliz con esta conversación.

- Pues me alegro... Pero...

- Quiero vivir. Eso es todo. Hacer lo que me sienta bien, sin perjudicar a los demás y sin dejar mis obligaciones a un lado, porque cumplirlas también me hace ser feliz. Seguramente me queden por vivir muchas cosas que tampoco me apetezca vivirlas, yo que sé... Pero se que tengo la libertad de elegir si vivirlas o no, y las viviré porque creeré que es mejor pasar un mal trago que no pasarlo. Al final eso te hace sentir mejor. Esa es la balanza, cosas negativas a un lado y positivas al otro. Poder gestionar tu libertad, lo que está en tu mano. Con la muerte casi nunca puedes. La muerte viene contigo, yo la veo todos los días, a todas horas... En un semáforo que alguien se saltó, un tropezón, o una lucha contra una larga enfermedad. Pero lo bueno es que todas las noches al acostarme en mi cama, la muerte me guiña un ojo y me dice 'hasta mañana'. Entonces me gusta pensar que tengo otras veinticuatro horas. Quién sabe si serán menos, pero esa es mi meta. Es como renovarse todos los días. El ayer importa, te hace ser quien eres hoy; el mañana también forma parte de lo que hoy eres según lo que quieras conseguir... Pero para ser feliz hoy...

 

... Hoy quiero charlar contigo.

 

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