miércoles, 24 de febrero de 2016

El cuerpo humano.

El día de hoy ha sido un... ¿cómo decirlo? ¿Cúmulo de circunstancias? Entre pacientes, llamadas de compañeros, de médicos, de familiares, de amigos, charlas con cafés de por medio, intento de solución de problemas informáticos laborales, y unos espárragos con mayonesa de cena, me acuesto y no puedo dormir de la actividad que aún me ronda por la cabeza. A lo mejor es del cortado que me he tomado a las siete de la tarde porque no podía con mi alma, pero creo más bien que es de los nervios que hoy me comen. Es increíble ver cómo las emociones influyen en la salud física y repercute en los sistemas vitales. Para los amantes de la anatomofisiología, ya sabréis que el sistema nervioso simpático hace de las suyas sin querer... y el parasimpático a veces no es capaz de pararlo. ¡Qué perfecta como máquina es el cuerpo humano!

Me ha parecido curioso hoy revivir de una manera brutal porqué a la gente se le acelera el corazón cuando tiene cerca a un sanitario. Es como acudir a un examen tipo test sin haber estudiado, como intentar aprobar de chiripa pero sabiendo que te juegas el curso completo. La medicina o los tratamientos una vez que suspendes (si se llega a dar el caso) se convierten entonces en el odiado "septiembre", donde tienes una nueva oportunidad para que la prueba salga bien y te aprueben el curso que te permita seguir avanzando.

Hoy, una señora de 87 años me ha sorprendido con la respiración agitada por el simple hecho de estar a su lado intentando que se adapte a un equipo que seguro le va a reportar un aprobado con holgura en septiembre, porque sí, en el examen de hoy estaba claramente suspensa la pobre... En un momento, sintomatología de retención de carbónico aparte, su respiración era de unas 35 rpm (respiraciones por minuto). Me he tenido que dedicar a hablar con su marido (de otros tantísimos años), y mirar de soslayo la pantalla donde marcaba la frecuencia respiratoria. Al final, cuando la señora creía que no le estaba echando cuenta, la respiración se le ha normalizado hasta los 22 ciclos, y me he quedado más tranquila. Cuando volvía a echarle cuenta su respiración se agitaba, y su corazón se aceleraba... y volví a hacerlo, y de nuevo pasó. Y todo esto porque su mente entiende que hay algo que la ataca o que le hace huir. Y yo, lo prometo, he sido muy agradable.

Ahora soy yo la que tiene el corazón algo acelerado y el simpático no me deja conciliar el sueño. Como es imposible intentar hablar con alguien a estas horas, voy a ponerme a leer que es un buen entretenimiento y siempre la lectura es buen somnífero cuando una se nota cansada.

Buenas noches tengan ustedes.


1 comentario:

Gracias por comentar en Entalpías y hacerlo con respeto. ¡Que tengas muy buen día!