miércoles, 17 de febrero de 2016

Solo tú

No se llamar a tu puerta como una libélula se posaría en la hoja de una margarita. A veces me siento elefante en cacharrería, intentando llegar de un extremo a otro, destrozando, ensordeciendo la habitación que me lleva a ti.
No se a veces dar espacio a la tristeza. Pretendo borrarla de un plumazo de pavo real con sus colores verdes, azules y dorados, y quizá eso no es suficiente, o ni si quiera necesario. A lo mejor en ocasiones peco de inmovilidad y otras de extremo nerviosismo. Ya sabes, la bipolaridad es definitorio de mi signo... A lo sumo, un temblor de terremoto se irradia desde el epicentro de mi estomago a mis manos, y sigue en ondas concéntricas para arquear tus cejas y oscurecerte la mirada. 
Esos ojos que lo dan o lo quitan todo, que hacen de un día nublado el más soleado que la memoria ha soportado alguna vez. Sé que lo sabes... El rostro del cansancio no puede ganar, porque cada día hay tazas de cafeína esperándote para eliminar tus ojeras, pero debes aprender a descansar cuerpo y mente. 
Tú debes hacer lo que creas oportuno. Yo me guardaré de hacer lo que me haga feliz. Ser paralelas cruzadas por casualidad es una gran suerte- no me lo puedes negar- para unirse en una sola línea más ancha, más fuerte... más infinita. Y prometo dejar que pasen las manecillas del reloj para dar tiempo a que esos ojos vuelvan a brillar, como solo los astros grandes saben deslumbrar. 

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