jueves, 4 de diciembre de 2014

Mariposas

A medida que vamos creciendo, los mitos de la infancia van algunos desapareciendo y otros, en cambio, reaparecen a modo de recuerdo cuando una canción los trae al presente. El vuelo de una mariposa puede ser precioso observado desde los ojos de un niño. Amaba extender la mano, tocarla,  con la punta de mis dedos y ponerme detrás, cual gato agazapado, para poder atraparla y admirar mientras la cogía por las patitas con toda la suavidad que podía. Me fascinaban los colores y dibujos que alguna mantenía con sus alas abiertas. Nunca pasó, al menos que yo recuerde, que cogiera una de las que más bonitas alas tuviera. Supongo que eran más rápidas y yo, como ahora, nunca me he caracterizado por tener una excelente coordinación, siendo bastante amable. Sin embargo, alguna vez sí atrapé alguna de esas que no destacaban por su belleza. Solían ser monocolor, pero yo tan contenta por haber cogido una mariposa... Hubo un día en el que descubrí esa especie de capa de polvo que tenían sobre sus alas. Me obsesionó el poder coger alguna de color y comprobar si ese polvo eran de una amalgama de diferentes tonos de la gama cromática, diferente al insípido marrón que soltaban mis mariposas monocolor.
Un día en el patio del colegio, mientras andaba detrás de una, una profesora me riñó: me dijo que no tocara las alas de las mariposas, pues ese polvo que soltaban era necesario para levantar el vuelo. "Vas a acabar matándolas". Cayeron esas palabras como sacos de cemento sobre mi conciencia. Recordé alguna que cogí a la que perdí de vista sin que volviera a volar. Y me sentí realmente mal. Aunque me muriera por atraparlas, decidí que siempre era mejor observarlas y dejarlas volar que no ver batir sus alas nunca más.

Hoy se que es más un mito que una realidad, que el polvo no es más que la descamación de las alas de manera natural, pero también se que, sin querer, dañé aquellas frágiles alas para siempre por querer buscar una felicidad propia. Hoy sigo amarrando mis manos, al fin y al cabo creo que no deja de ser una cruel ruleta rusa, una manera de jugarte el hecho de cortar unas alas... 

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