sábado, 10 de junio de 2017

Abriendo ventanas

Cristal opaco. Marco blanco de madera y muchos miedos tras la barrera física de la puerta. Unas letras en negro ponían nombre al despacho y el teléfono no paraba de sonar en la mesa de la derecha. No había nadie allí para cogerlo, pero se adivinaba que no andaba muy lejos, pues habían dos siluetas en vez de una tras la translúcida puerta.
El sonido se filtraba cómo susurro a través de las rendijas. Se podía escuchar risas, y eso la hubiera tranquilizado, pero no lograba calmar a su corazón desbocado. 

Abrió. Empresario de corbata con nombre de emperador romano le indicó pasar, dejando entrever tras sus canas barbas una sonrisa y una invitación sincera a entrar. Pasó. Había pasado. Estaba dentro y tras de sí se cerraron muchas puertas y se disolvieron algunos miedos. Y se abrieron de repente un sin fin de ventanas. 

Suerte, Victoria. Felicidad y prosperidad. 

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