No quería dejar pasar este Octubre sin añadir un nueva entrada al blog. Me estaba resistiendo a ello, es cierto, pero es que últimamente parece como si la tinta se hubiera secado en el tintero y la pluma sólo quisiera formar frases ecatómbicas, visto lo visto.
Cuando tenia edad aún para jugar con muñecas y tenía un rotulador perezoso, iba directa al cuarto de baño al armario a coger el bote de Nenuco y, capuchón trasero retirado, echaba un chorreón generoso dentro del tubito intentando no derramar demasiado líquido oloroso sobre la mesa. Claro, aquello ya se sabía cómo terminaba: manchas que coloreaban la libreta de cuadritos del colegio, un rotulador que te daba margen para unos cuantos dibujos más hasta que algún alma caritativa volviera a comprarte el estuche de 24 de Carioca (o que por arte de magia apareciera el color que te faltaba en tu estuche cortesía inadvertida de alguna compañera de clase en un préstamo puntual que se convirtió en "anda me lo he quedado sin querer, mañana se lo devuelvo" y eso nunca pasó) y unas manos que iban a oler incesantemente a colonia hasta el día del juicio final.
Supongo que eso habrá que hacer con este tintero seco, echarle un poquito de perfume... Pero esta vez del caro, que para eso estamos en crisis ¡Ea!