sábado, 17 de agosto de 2019

Ninfa

Cuando te conocí eras una ninfa enjaulada. Habitabas en un castillo de sueños sin alcanzar, de días largos, y las rejas te impedían irte a la fuente, al río, al mar.
Ahora veo una ninfa rejuvenecida, con un castillo de sueños alcanzados algunos y por alcanzar otros. Con un poder en tus manos y unas alas desplegadas. Las rejas ya solo te separan de lo que no quieres que entre en tu vida, y aunque hay mucho por recorrer, eres capaz de bañarte en las fuentes y en el mar con elegancia, sin apenas mojar tus plumas de oro.

Una vez más lo has hecho: has superado un año de dificultades, estás consiguiendo tus objetivos y, cada día mejor, conoces lo maravillosamente resiliente que puedes llegar a ser. Has conseguido dejar parte del peso en el camino, y no solo me refiero a los kilos.

Nueva vuelta al sol. Y yo te deseo mil cosas bonitas, pero sobre todo estas que te pongo en negrita, para que no se te olvide hacerlo cada día de este nuevo año:

Abrázate mucho, quiérete fuerte, mímate a diario, sé feliz. 

Sé inmensamente feliz.