lunes, 23 de octubre de 2017

Volver

Volver a soñar a tu lado, caminando de la mano por las calles de cualquier lugar. Y volver a brindar con vino y regar las risas en aquel jardín. Y volver a sentir tu latido fuerte y claro entrando por mi oreja y transmitiéndose a ritmo de yunque, estribo y martillo.

Volver, sentir, soñar y volar. Volver y revolver la habitación con olor a suavizante recién secado al sol. Volver a ser un solo ente que fija su vista en nada más que el otro ser. Volver, volver y sumar más que restar, andar más que correr, subir después de bajar.

Volver a cantar marinero, a bailar hasta que nadie quede ya en la pista de baile, a tomar un cubata a la luz de las estrellas fugaces. Volver a secuestrar tu olor para pensarlo después, cuando ya no estés y eche de menos el calor de tus manos en mi piel. Volver a acariciarte como la primera vez, como cuando no había miedo ni había porqués. Como cuando eramos dos con ganas de estar en vez de ser. Volver a mirarte como cada mañana, y volver a ver en tus ojos esa forma que tienes de mirarme, de cuidarme, de abrazarme, de mimarme.

Volver pero no al ayer, volver a hoy y a mañana, volver a dentro de mil años contigo, volver a tu lado... Pero volver, volver siempre, porque cuando vuelvo a ti parece que nunca me he ido.

jueves, 12 de octubre de 2017

Lo profundo

La mayoría de las personas solo se queda en la superficie, no van más allá de la fachada de aquello que se muestra ante sus ojos. Pocas ahondan en los cimientos, en las bases de lo que normalmente construye las cosas. Se levantan y comienzan su rutina sin mirar a penas lo que les rodea. Se topan con problemas que intentan saltar sin preguntar si tienen arreglo, y se preocupan únicamente de mantener las redes sociales activas para acumular me gusta y comentarios llenos- algunos- de falsedad que lo único que hace es alimentar el ego.
No se paran a sentir la mañana cuando suena el despertador ni de tomar un café con un amigo sin fotografiar la crema y el azucarillo con frases de gente importante. Luego, claro está, lo suben a las redes. A veces no saben quién es el personaje al que se le atribuye tal comentario, pero tampoco se inquietan por indagar teniendo la información en la palma de su mano. No se preguntan porqué sucede algo ni se paran en preguntar un cómo estás esperando una respuesta de verdad y no un simple bien, como siempre. ¿Qué es como siempre? 

La gente no suele bailar con la música que suena en su cabeza si a la vez no está sonando en la radio o en su MP4 o en su smartphone last generationViven con prisas, mirando atrás para quejarse de lo estresados que están o lo agobiados que se sienten al pensar en mañana más. No saben que siempre, siempre, es mejor tomarse unos segundos para poder saborear lo poco o muy profundo del momento. A lo mejor pierdes tiempo, pero seguro que ganas algo mejor. Como cuando tu cuerpo respira por sí solo y, de repente, coges todo el aire que puedes conscientemente, tu pecho se expande y luego lo sueltas lentamente. Los músculos se activan, el oxígeno te inunda, y te llenas de energía. 

Adivinaste, te sientes más viva. 

miércoles, 4 de octubre de 2017

Baños de luna

Estoy acostada en la cama. Son las once y media de la noche y apago la luz. Nunca me acuesto tan temprano, pero hoy me encuentro cansada después de un día entero de formación impartida por unos compañeros extranjeros en una especie de itanglish continuo. Se que, a pesar del cansacio que acumulan mis ojos, no voy a poder dormir aún: la noche me tiene abducida. Por mi ventana me baña la luz de la luna, imponente flotando en el firmamento adornado de cúmulos coloreados de un gris perla. Se ven perfectamente los cráteres de la cara visible, y un halo ilumina el cielo eliminando toda oscuridad posible. No puntean las estrellas y la verdad, no las echo de menos. Loca maravillosa, ¡Cuantas cosas aprendí de las que me contaste! 

Entra cierta brisa rozando la persiana y viene a mecerme el pelo que va secándose tras lavarlo... me besa la piel, me eriza el vello y me acaricia el alma. Hace rato que salí de la ducha y sin embargo me sigo bañando, pero esta vez no uso agua ni jabón, sino aire, noche y luz de luna. 

Juicio ¿final?

A todo cerdo le llega su San Martín. Eso no lo decimos solo en España. En muchos países del mundo como Argentina, Francia e Italia también lo entienden así. Y menos mal porque el refrán alude a algo que los menos escépticos llaman karma. Yo, la verdad, creo más en la acción-reacción, aunque a veces las consecuencias tarden en llegar semanas, o meses. O años. El vaso se va llenando hasta que rebosa la bilis.

La vida da vueltas. Y yo sigo creyendo en la justicia, divina o no. Llámame inocente, llámame ilusa o insúltame diciendo que mi intelecto deja mucho que desear, pero sigo pensando que los pequeños reinos pueden gobernarse con dirigentes justos y no con fuerzas déspotas que no ven más que la paja en el ojo ajeno sin percatarse- o lo que es peor, ignorándolo- que en su globo ocular hay un inmenso pajar.