Lo cierto es que cantar suele sanar el alma. No se bien si es porque ayuda a soltar aquello que te lastra con cuerdas que queman en las muñecas, sin querer mendigar amores- como decía Mr. Kilombo- o porque te lleva a mundos bonitos, meciéndote en sus pentagramas y blancas, negras y corcheas en clave de sol y de fa.
Siempre he visto la música como algo innato en el humano, inherente como los sentimientos y las emociones.
Y como ellos, la música a veces es imposible de parar. Te llena la garganta y sale en líneas curvas, merced al vibrato de cada uno.
Y a veces hay que cantar para sanar. O escuchar, para sentirte mejor. O apagarla solo para escucharte.
Pero lo cierto y verdad es que soltar (ropa que ya no te pones, temas del pasado, objetos inservibles, rencores, responsabilidades que no son tuyas, eso que tienes en el trastero que te da pena tirar, pensamientos...) siempre ayuda a caminar más ligero.