Cada vez estoy más segura de que existen seres de luz que pasan por la vida para alumbrar y hacer de su experiencia vital un aprendizaje para los que lo rodean.
Rafa era uno de ellos. Lo conocí como enfermera, se convirtió en mi paciente y luego- no le costó demasiado- traspasó la barrera y me tocó el corazón. Hoy esa luz se ha apagado, aunque creo no mentir si digo que para los que lo conocimos, no lo hará nunca del todo. Este 1 de febrero lo despido como fiel admiradora, con el mismo corazón que tocó hace tantos años, encogido.
Sus ojos han sido siempre muy expresivos, su determinación, su fuerza, sus ganas de vivir; un estandarte. A pesar de sus limitaciones por ser poseedor de la mala lotería de una enfermedad degenerativa, ha vivido lo que muchos otros sin atisbo de enfermedad ya quisieran. Ha disfrutado del aire, del sol, de los pájaros, de camping, de salidas con amigos, de la playa, de viajes, de conciertos de música, de fútbol, de Instituto, Universidad (periodismo, con dos cojones), charlas y entrevistas a punteros artistas de la sociedad músical española. Ha sabido exprimir cada minuto, cada segundo. Lo ha sabido hacer y ha podido, que hay que decirlo, gracias a una madre abnegada (¡Ay, Consuelo, qué orgullosa debes de sentirte y cuánto bien le has hecho! ¡Madraza!), a una hermana amable y amorosa (María, gracias, ¡Qué ejemplo también el tuyo) y a un padre "postizo", de esos que hacen mella (Antonio, cómo disfrutó de todo lo que le ofrecíste, que no es poco si no todo lo contrario). ¡Qué gran suerte tuvo de nacer en esa familia!
Hoy es un día triste, la vida se ha perdido a un chico maravilloso, una de esas personas que sueltan las palabras de manera que te hacen un "click" dentro y te cambia para siempre.
"En muchos momentos la vida es dura, pero siempre existen motivos, personas, metas, sueños por cumplir por los que seguir siempre adelante. Debemos sobreponernos a las dificultades que encontramos en nuestro camino porque es superando esos obstáculos donde encontramos la felicidad".
Hoy (y ya siempre) cantaré los goles de tu Betis también por ti, y el brindis de mi copa de vino será por tu vida, llena de baches, que fuiste solteando con tu silla de ruedas.
Vuela, amigo (pero quédate siempre un poquito con nosotros).