sábado, 31 de diciembre de 2016

Preparados...

Uno más o uno menos. El punto de vista siempre cuenta a la hora de elegir la importancia de las cosas. 
El último día del año trae consigo inevitablemente volver la cabeza atrás y mirar todo lo que nos ha pasado, bueno y malo, y poner una balanza que se inclinará hacia un lado u otro según la percepción de alegría o zozobra que nos inunde.
Este diciembre para mí ha venido cargado de esqueletos alados con guadaña y capucha, y eso siempre hace que la parte negativa aflore. 
Hoy, con toda la parafernalia de uvas y preparativos de la cena, el día va a pasar también muy rápido. Y mañana será otro año, pero en realidad será un día diferente a cualquier otro, podremos ver a través de la televisión el concierto de año nuevo desde Viena. Un concierto en el que espero estar algún día.

Acaba el 2016. El 2017 quizá sea mejor, o no... pero independientemente de todos los deseos bondadosos que llegan estos dias al móvil, habrá que afrontarlo como se afrontan siempre los retos: con la cabeza ordenada y los músculos en tensión. 

...¿Listos?

viernes, 16 de diciembre de 2016

Sin ruidos

El ruido es a la vida lo que la turbulencia a una corriente de aire. A lo mejor es más divertido ver un remolino, pero se disfruta mucho más ver a una hoja bailar con la brisa que correr con el huracán. Pensando en eso, me he sentado en el sofá después de dos días largos en los que nos ha tocado despedir a mi abuelo. Y he pensado que es increíble el poco ruido que dan algunas personas a lo largo de toda su vida. Mi abuelo Santiago era uno de ellos. Pasando la centena de años, creo que pocos ratos irritantes ha dado a quienes han compartido vida con el. Al menos yo no le recuerdo ninguno, aunque seguramente alguno habría, que santo no era pero puede ser una de las personas que más se alejaran de ser demonio de las que he conocido en mi vida. 

Y, como cada vez que en el camino nos hemos encontrado con una visita obligada al cementerio, hemos bebido una copa de vino a la memoria de quién solo podremos ver ya en fotos, además de cuando cerremos los ojos. 

(Va por ti. Te quiero)

domingo, 11 de diciembre de 2016

Vosotros

Dormís en la inmensidad del llanto, soñando con un mañana cierto pero lejano y dejando el ahora huérfano de sentimientos, vacío de verdades. Tembláis en la suerte de querer ser, sin saber ni creer que ya sois lo que debéis, y que no tenéis que ser quien no sois. 
Volvéis a editar una y otra vez aquella canción de soul, con la melodía pegadiza de un cantante demasiado colocado para entender el significado de su letra. No sabéis que a veces es mejor vestirse de valentía y que no regresar al lugar donde fuisteis heridos es la mejor prueba de ello. 
No entenderéis jamás que la lluvia no traspasa un cristal, que solo lo moja por fuera, quedando por dentro una maravillosa red de gotas que cuando se abrazan forman ríos de gravedad hasta besar el suelo; como aquella lágrima que cayó hasta fundirse en los labios.

Y ahora respóndeme, pero hazlo con tus ojos: ¿De qué se compone tu lágrima?

sábado, 10 de diciembre de 2016

Un rato más

Róndame un rato más, búscame debajo de mi camisa, acaricia mis ganas y tómalas con fuerza pues fuertes lo son también de tenerte. Lánzame una sonrisa que sonroje mis mejillas cálidas de tanta almohada, y fúndeme en deseos de beberte una y otra vez las ansias, sentirte en mi piel y amarte de todas las formas que se pueden. 
Porque te acercas y me tiemblan los cimientos, y si la tempestad marchitara la cercanía de tenerte, te alejas y en realidad nada ya está en calma.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Lunar

Un antifaz cubre mis ojos. El raso negro de su tela tapa las luces de la mañana, pero el sonido del móvil no deja lugar a dudas de que ha amanecido.
Frunciendo el ceño, bajo las escaleras y te veo en el sofá con la tranquilidad que te han dado los años. Tienes en la mano un café recién hecho. El aroma llega hasta donde estoy e inspiro profundo para inundarme de ti. Ya no huelo a café, ni a las tostadas con mantequilla que tienes encima de la mesa. Me devuelves la sonrisa y ya solo te huelo a ti, a tu piel y a tu cabello. Te lo revuelvo desde atrás mientras él me revuelve las ansias de tirarme a tus brazos y volver a besar tu espalda infinita, suave, buscando el lunar que me lleve a la locura. 

domingo, 4 de diciembre de 2016

Partida. Una más.

Tres meses atrás quién iba a decir que diciembre nos saludaría con la triste noticia de tu partida. Poca tregua te ha dado la enfermedad que ha acabado contigo... bien callada que estaba la puñetera y cuando nos fuimos a dar cuenta ya había ganado la batalla. Siento decirlo, últimamente el blog se ha convertido en página de esquelas, pero nunca imaginé que este 2016 me obligara a publicar la tuya. 
Solo espero que te hayas ido en paz, que hayas podido despedirte de los que te han acompañado en tu vida y que esos mismos sepan recuperarse rápido de un revés que nadie creía posible.

Gracias S. DEP.

viernes, 2 de diciembre de 2016

El camino de una lágrima

Un sentimiento o la mezcla de algunos suelen ser el punto de partida de una lágrima emocional. Una lágrima cuya composición es diferente a aquella que se produce por irritación del ojo o aquella otra que sirve para mantener hidratada la blanca esclerótica, iris y pupila. Las lágrimas que salen contenidas en un llanto tienen en su ser cantidades de hormonas que, al liberarse, relaja el cuerpo que las ha producido. Cuando salen de los ojos desbordados recorren la mejilla, tumbando los suaves vellos de la cara para enjugarse en un pañuelo, caer al suelo o en el mejor de los casos, toparse con la comisura de los labios para fundirse en un abrazo con la saliva de una lengua que no se atreve a articular palabra que calme sollozos.

La lágrima tiene un corto recorrido pero dejan una huella. Surcos en el alma o cemento que la cierran, porque los ojos no se secan, pero cada vez lloran menos porque el grifo se cierra. Y esas hormonas ya no salen. Ya se quedan, y se acumulan, y se enquistan o se convierten en aceptación de quién sabe que su vida ya no volverá a ser la misma. 



martes, 22 de noviembre de 2016

Algún día

Algún día, en la resaca de una palabra malsonante, el karma actuará y devolverá la vida a quienes la tenían apagada. Algún día sonarán campanas redoblando funerales esperados. Algún día se hará justicia en todo lo que rodea al sol verde que nos retiene sin cobijarnos. Y ese día reiré grande, porque quien ríe el último no sólo ríe mejor, sino que tiene toda la eternidad para hacerlo.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Si existen los ángeles...

En mi retina tu gesto de rubor sincero de niña. En mi alma tus ojos vivos, tupidas pestañas y tu mirada... incisiva, limpia, pura, casi transparente aún con tus ojos negros. Encantadora. Me clavaste tus pupilas aquel día, lo acompañaste con tu media sonrisa y me traspasaste. Me enamoraste, chiquilla, nada más verte.

Y hoy recibo la llamada más dura diciendo que ya no estabas. Te fuiste. Tú, joder, que casi no habías vivido. Y mis lágrimas cayeron maldiciendo setenta veces la maldita suerte de nacer condenado antes de ningún juicio. 

Pequeña, qué fuerte has sido. Si existen los ángeles seguro que tú tienes las alas más grandes. 

D.E.P. preciosa. Vuela... 

domingo, 30 de octubre de 2016

Lucha

Si tiro mi espada y blando mi escudo que no me llamen loca ni valiente. Que no me llamen guerrera o combativa tampoco si hiciera lo contrario. El escudo no defiende, roto en cien pedazos no sirve de nada. Lo han desgastado a base de puñetazos, de venenos producidos por lenguas viperinas salidas de las riveras de un río que riega capitales. 

La espada no está afilada. Serviría como bate de béisbol si hiciese falta, para defender lo defendible a base de golpes y deslumbrar con el reflejo de su hoja plateada a los que se dejan llevar por la marea negra. 

Las guerras nunca deben tener sentido, y en esta, la locura de su ego hace que se encuentre explicación en batallas diarias que no benefician ni siquiera al que vende armas. Y yo, yo estoy cansada de enfrentamientos perdidos y daños colaterales, de bajas en las filas de soldados rasos que solo quieren volver a casa. Estoy cansada de pegar los trozos de los escudos de otros, sin que nadie me ayude a pegar los pedazos del mío. Y quizá sea momento y lugar para una retirada, pero a pesar del cansancio, de no entender qué pasa, aún no me marcho. Aún no tiro la toalla. Tengo que dar muchos golpes en este ring, solo tengo que aprender a esquivar. 

domingo, 23 de octubre de 2016

Relatos cortos: Gotas

Durante mucho tiempo pensó que no valía la pena acatar las normas si seguía habiendo ajenos quienes las obviaran. El día uno de la era una después del fin de su mundo había llegado, y entendió que tenía ante sí una nueva oportunidad. Para crecer, para seguir adelante y convertirse en el hombre que su padre quiso que fuera. No lo veía, pero ahora sabía que no estaba orgulloso. Y eso dolía más que cualquier fijador externo incrustado en su tibia. Su vida irremediablemente había cambiado con ese accidente. No había visto el túnel y la luz que todos decían ver; sin embargo, un sentimiento de desdicha le había embriagado junto al calor de su propia sangre recorriendo su abdomen. El porcentaje derivado de las gotas de alcohol en sus venas había subido como sube la espuma de cerveza y había capado gran parte de sus reflejos. No lo volvería a hacer. Lo juraba.


Recordó las miles de campañas de la DGT. Al volante, ni una gota de alcohol.
Y se quedó dormido.  

viernes, 21 de octubre de 2016

Madroños

Luego, en el calor del nórdico bésame lentamente como aquella noche. Hazme un hueco a tu lado en el comedor y no miremos por el retrovisor mientras nos escondemos en un agujero. Toca mis cicatrices que yo cuidaré de las tuyas. No tengas miedo, yo te sujeto. No tengas miedo, yo estoy aquí... Sé firme. No se trata de valentía, ni se trata de combates. Tampoco de recibir golpes por aquello que no te corresponde. Porque si hay algo que no mereces es la lucha. Porque si hay algo que mereces es libertad. 

Corre, canta, baila, grita, habla, besa y mece los madroños en tu espalda infinita y emborráchate en ellos. Escucha al viento. 

Déjate llevar.  

lunes, 17 de octubre de 2016

Enfermeria Visible

Mi vida laboral ha dado muchas vueltas, pero siempre ha estado ligada a una razón: la empatía. Por ella soy enfermera. Hago mía la frase que dice que en realidad no se trabaja de enfermera, sino que simplemente se es enfermera

En el día a día, en tu día como enfermera, conoces muchas historias que te marcan de por vida. A veces no tengo ganas de hablar de ellas. Otras veces, estoy deseando contar y me apresuro a hacer esa llamada de teléfono o a escribir ese mensaje a alguien de mi entorno para compartir mis vivencias. Algunos días pasan como lo hacen las horas de quien ve correr una maratón, con paciencia pero sin intervenir en la carrera, acercando con mis manos voluntarias a esas otras  una botella de agua que llevarse a una boca seca o a un cuerpo acalorado. Otros, soy yo la que calzo zapatillas y doy zancadas hasta lograr cruzar la meta.

La enfermería es una de las profesiones más duras que existen, pero también de las más gratificantes. Eres capaz de ver en el mismo día la miseria de las personas y sorprenderte de la grandeza y capacidad de las mismas. Superación, lucha, y también pérdidas y tragedias. 
Hoy no voy a hablar de aquellos por los que nos desvivimos de manera diaria. Lo voy a hacer de los enfermeros, de esos de los que me siento orgullosa con su profesionalidad y humanidad. Esos que se saben el nombre de sus pacientes y esos que a veces no son capaces de olvidar cuando llegan a casa y siguen dándole vueltas al de la cama 2 o al del box 3. 
Ellos son los verdaderos héroes de personas que, como tú y como yo, contaban con una independencia que ahora han perdido. Ellos son para los creyentes los ángeles que Dios ha puesto en su camino para ayudarlos a seguir adelante, son para los no creyentes la mano amiga que se presta a socorrerles o aquellos que le dan aliento antes de que su alma abandone definitivamente el cuerpo. Y no, no, no son héroes ni ángeles, no son ni siquiera amigos ni gurús que ayuden a encontrar la luz; solo son (somos) personas que viven la empatía de manera constante, que sienten el dolor ajeno como propio y que saben de la importancia de otra frase que resume- y me encanta- la idiosincrasia enfermera: Si puedes curar, cura; si no puedes curar, alivia, y si no puedes aliviar, consuela

Ellos, mis compañeros, son los que hacen posible una Enfermería Visible y reivindican no sin razón que esta, la nuestra, es la profesión más bonita del mundo.


sábado, 15 de octubre de 2016

Metas

A veces miro a mi futuro y lo veo tan incierto que me dan escalofríos. Pienso en verde o en rojo, en morado o en gris o en amarillo y cada pensamiento me lleva a un momento que me gusta con matices que no me gustan tanto. ¿Soy feliz? me pregunto. Y la respuesta no es un sí con exclamaciones, pero tampoco un no con redondeces infinitas. La respuesta es igualmente un matiz y es raíz de otras muchas preguntas que saltan de neurona en neurona. De sentimiento en sentimiento y de vello en vello de mi erizada piel.

¿Sé lo que quiero? Sí (y no). ¿Sé como conseguirlo? Creo que sí. ¿Podré hacerlo? Al menos lo intentaré.
No es cuestión de tiempo, no es cuestión de momentos. No es cuestión de nada y quizá lo sea de todo lo que te plantees. No miro al futuro con miedo, lo miro con desafío, lo miro con valentía pese a ser una cobarde, y lo miro con los ojos de una verdad que me llena el corazón, con los ojos de quien mira enamorada a un destino que una vez se puso en su camino. Una meta, un deseo, una suerte.

Al menos intentarlo.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Y deja vivir.

Déjate de cortas despedidas y amargos desencuentros. No te cuentes a ti mismo ni le cuentes al resto algo que no quiere oir. Deja a un lado tu soberbia y abre los ojos a otra realidad distinta a la tuya. Que no todo lo que pasa tiene que alterarte, que no todo lo que sucede te incumbe ni amenaza. 

Déjate de intrigas, de leyes y de normas. Que no es más recto el que no se sale del camino marcado, sino el que entiende de curvas entre paralelas. 


Vive y deja vivir.

martes, 20 de septiembre de 2016

El arma más letal

Y sin mirar veo que la nostalgia de aquel día recorre cada vello de mi piel, erizando a su paso los recuerdos del espejo en el que te reflejaste por primera vez. No te culpo del deseo refrenado de estas manos a las tuyas, ni del agujero que provoca tu ausencia a mi lado del sofá, estando pero sin estar.

No te culpo ni siquiera de aquella taza de café que dejó para siempre su marca en la moqueta de un hotel, víctima del amor desenfadado. Y sin embargo, te culpo de mi risa y mi sonrisa, de notarme flotar como burbujas a las que acaricia el soplo de un niño jugando en la plaza. Te culpo de mis noches sin dormir por quedarme velando tu respiración profunda, y te culpo de cada instante que el corazón me da un vuelco, porque me matas, porque me se me corta el aliento cuando me traspasas con el arma más letal y mortífera y a la vez la más sigilosa y placentera que puede haber en la faz de la tierra y en las almas inquietas: Tus ojos, cariño. Tu mirada.


domingo, 18 de septiembre de 2016

Sin prisas

Puedo volar. Tocar las nubes y bajar la estrella que quiera. Puedo volar. Sentir el viento mientras mi corazón intenta salir de mi pecho. Puedo volar. Surcar el cielo cuando la lluvia empieza a hacer presencia. Volar hacia mañana, hacia el mar o hacia la montaña, sin avión ni avioneta ni helicóptero ni nave espacial, sin globo, sin miedo, sin causa, con todas ellas, sin importar nada e importando todo y cada uno de los pensamientos y sentimientos, sin orgullo, ni maldades.

Sin prisas. 

sábado, 10 de septiembre de 2016

Tiembla

Vuelo a la raíz de tu baile, a tu cadera melosa y a tus pestañas curiosas. Viajo a favor de la vela de aquel velero en que una golondrina desafió al viento. Surco sin pensarlo un desierto de dudas, de llantos. Y miro a través de aquel cristal opaco de oficina hacia el escritorio que una vez hicimos nuestro. 

Cierto: podré reservarme frente al tiempo, pero el tiempo es guerrero y hace heridas al cuerpo. Cierto: el cuerpo es resistente, y desafía su suerte, hace frente al tiempo. Duelo de titanes que una vez más hacen temblar puentes, ríos, árboles, torres, casas, suelos... Y cielo. 

jueves, 8 de septiembre de 2016

Tampoco pido tanto

No me mires con los ojos llenos de pasado, ni me hables con palabras de verdades encerradas o esperes de mí un sonido diferente al de horizontes compartidos. No me cuentes si no quieres un segundo de tu vida, no me escuches un minuto, no me tientes ni me mientas, no me hagas de tu lecho una trenza de esperanza. 

Pero mírame con tus ojos, clávame tus pupilas y déjame perderme en ellas. Háblame lo que quieras y calla lo que debas, tiéntame todo lo que puedas y miente con mentiras piadosas. 
Vacíame.

Lléname... 

sábado, 27 de agosto de 2016

No estoy

Hace algún tiempo noté que al escribir lo que sentía y lo compartía, las alegrías era dobles y las penas algo menos. No sé quién lee esto, aunque se de algunas personas que sí lo hacen y la verdad, desde hace un tiempo escribo menos porque hay algunas cosas que no quiero precisamente que sepan. No me entendáis mal, no es que tenga nada malo que decir, simplemente que no me apetece compartir esta o aquella información con determinadas personas, porque el desahogo del que sirve este blog puede convertirse en una preocupación para ellas. Sin saber el contexto en el que se escribe, a veces es difícil conocer realmente qué he querido decir. Por eso, aunque interpretes este texto como válido para la expresión de un problema, no lo tomes así, porque no sabes por lo que lo escribo y no tomes a mal mis palabras, porque van con un sentimiento positivo hacia tí.

Los ciclos de la vida se acaban y otros comienzan. Las personas evolucionan como va cambiando la imagen de una planta de hoja caduca, lentamente. Sin embargo, la esencia sigue ahí, intacta, y solo habrá momentos de frondosidad primaveral y otros de desnudez invernal. Plenitud o vacío. 
A veces, sin llamar la atención, simplemente se está.

Y seguirán cayendo las hojas en otoño y seguirán en verano moviéndose entre las tormentas. Esas que a todos nos asombran cuando llegan en pleno Agosto- ¿Nunca nos acordamos que siempre llueve en Agosto?

Ahora no estoy en flor ni convertida en un laberinto de ramas. La lluvia me mojó la cara la otra noche mientras tomaba un refresco de naranja, pero hoy...

Simplemente no estoy. 

jueves, 21 de julio de 2016

#PrayForHumans

Creo que es un sentimiento universal el no saber qué hacer cuando la barbarie azota a la civilización de una manera tan atroz como la acontecida no sólo en Niza, también en Bangladesh, Siria, Turquía, Alemania y otros lugares víctimas de atentados en los últimos días. 
El hombre siempre ha matado a sus semejantes, pero cuando las armas que se utilizan son personas como tú y como yo (salvando las distancias éticas), sin miedo a la muerte- es más, ansiándola a veces- no hay forma de detener las matanzas a no ser que se acabe con la cúpula del mal dejando de alimentar con armas y dinero a un ejército que utiliza la religión con fines político-militares.

Pienso en las familias de las víctimas, en las víctimas y también en las familias de los asesinos y futuros sembradores del terror. Esto es solo la punta del iceberg.

El lavado de cerebro que les hacen para llevarlos a tal extremo me lleva a plantear que la debilidad que aprovechan los captadores es fruto de unas habilidades sociales pobres, mermadas, y que no son contrarrestadas debidamente por la sociedad(?), familia(?), amigos(?).
Los que fueron débiles, retrotraídos en un mundo de aislamiento social quizá, se hacen ahora fuertes respaldados por la ausencia de miedo y la promesa de una vida mejor después de su sacrificio y el vertido de sangre.
Si tú eres creyente no voy a pedirte que reces por Niza, por Bruselas, París, Orlando, Siria, ni por Nairobi, Bagdag o Estambul... No son solo lugares o personas concretas. Como leí no hace mucho, son "los terroristas, y delante, el resto".

No reces por una noticia que escuchas en el diario de una matanza en Europa. Todos los días hay atentados contra personas inocentes. Si eres creyente reza, vale, pero reza por los humanos, porque el mundo sigue yéndose a la mierda.

jueves, 14 de julio de 2016

Fuerte fauna.

Es harto entretenido observar a la fauna de gimnasio. Es la primera vez en mi vida que consigo engancharme de verdad al deporte. Visto que no sirvo para el baloncesto (8 esguinces en mis ya torcidos dedos lo demuestran), para el tenis o el Padel ni para correr (y eso que está de moda), decidí hace unos meses apuntarme al gimnasio que tengo al lado de casa. Lo hice más por cuestión de salud que de físico, pero ya le voy cogiendo el gustillo a verme un poco más definida mi barriguita de treintañera.
Eso sí, lo mejor de todo es observar a los que como yo han decidido dedicarle parte de la tarde al culto al cuerpo. 
No os los voy a describir. Quien más y quien menos sabe de qué personajes hablo, pero por el tiempo que paso con ellos en las salas, merecían una mención en mi blog. A veces me recuerdan andando a los vaqueros de las pelis de Clint Easwood, y parece hasta que van a retarse en duelo con sus ademanes delante del espejo. Otras veces, me río con los métodos de apareamiento al pavonearse por la sala de musculación...

¡La verdad sea dicha, me lo paso pipa con ellos! 

domingo, 10 de julio de 2016

Relatos cortos: Obediencia

Estoy tan cansada que si cierro los ojos medio segundo más al parpadear en medio de este concierto es posible que confundan mi estado de somnolencia profunda con una lipotimia de groupie irrecuperable. 
Después de un día que más vale por lo soportado que por lo disfrutado, en este estado de cortocircuitos en el que se encuentran mis nervios no veo la hora en salpicarlos de agua con sal para que haya una explosión real -y con sentido de la física- que explique este momento en el que me hallo.
Me encuentro sentada, al final del camino que lleva a la ermita y simplemente no quiero volver. No podría aguantar el rechinar más de mis dientes ni un resoplido más saliendo de mis labios fruncidos. Me irrita sobremanera rechinar los dientes. Me da escalofríos oir como se frotan unos con otros. Podría, si me lo propusiera, buscar en internet la frecuencia auditiva que recoge ese sonido y anularla con un buffler a todo gas cerca de mi oído. Seguro que eso resultaría. Entonces podría rechinar todo lo que quisiera sin que el estrepitoso sonido invadiera mi calma haciéndola desaparecer de un plumazo. Y podría quejarme en paz, porque esta culpabilidad por ser quejosa no me irrita, sino me mata. 

Y sin embargo, mírame, sigo bajando el volumen de mis casos Bluetooth cuando mi iPhone me advierte que el volumen alto puede dañar mis oídos. Yo siempre he sido muy obediente.

Quizá sea ahí donde radique el grueso de todos mis problemas.

sábado, 2 de julio de 2016

(Casi) Todo

Desde la habitación puedo escuchar al menos tres tipos de cantos de pájaros y dos ladridos de perros. Me gusta imaginarme cómo serán los animales. Me centro en si el sonido viene de la derecha o de la izquierda de mi ventana, del frente o está a la espalda del edificio que me acoge. ¡Luego de repente llega una moto y dejándome sorda de un oído y afectando la calma...!

Eso sí, entra fresco por la ventana, me relajo de nuevo y me pongo a pensar en el plan para hoy: gimnasio, lectura en la piscina tal vez...(?) y me acuerdo de que tengo ropa pendiente de doblar y guardar, de que el polvo es mi compañero de piso y de que el suelo me pide a gritos que le pase la fregona. Suerte que la moto hizo ensordecer mis oídos... Hoy no hay obligaciones, tan solo hacer (casi) todo lo que me apetece.

domingo, 12 de junio de 2016

Otro día

Esas miradas que lo dicen todo, esas lágrimas que salen merced a notas musicales, esas manos que al posarse en mi cuerpo lo reconfortan. Esas cosas, gestos, momentos que vivimos y planes a escasos días me aseguran que vale la alegría compartir el aire contigo, cerca, el mismo a inspirar, el mismo a exhalar en una comunión de sábanas blancas y persianas a medio bajar... Cuando solo anuncian por sus rendijas un leve indicio de que ha amanecido otro maravilloso día contigo. 

viernes, 3 de junio de 2016

Las niñas bonitas

La verdad es que me gusta la psicología. No sería buena Psicologa, porque hago juicios de valor muy rápido que a veces me impiden ver objetivamente la realidad, y creo conocer a las personas (y alguna me da alguna sorpresa).

Hace unos días volvimos. Esas tres que tanto nos reíamos en un tiempo no muy lejano, con un cuarto nuevo que es noble y cercano, o al menos así me lo parece.

- David es un buen tío, me gusta para tí- Y una sonrisa se dibujó en la cara.

Yo echaba de menos esos ratitos de las niñas bonitas, porque, aunque con una tengo la suerte de contar todos los días y compartir mi vida, con la otra tenía una espina clavada por la lejanía desde que dejamos de desayunar juntas hace ya unos años por 'laboro'.

Hoy, los desayunos se han cambiado por meriendas o cenas o días de playa. Y yo no puedo estar más feliz porque este año mi regalo de cumpleaños más preciado ha sido pasar un rato con las tres (y con el cuarto). El grupo vuelve a tener vida. Y yo os quiero, y a los cuatro vientos lo grito si hace falta. 

Gracias por esa sorpresa. Gracias por estar ahí.

domingo, 29 de mayo de 2016

QUEEN

No soy una apasionada de la música, pero me gusta mucho. Es una de esas cosas capaces de hacerme sentir emociones y darme felicidad. 
Cuando tenía unos once años mi hermano trajo a casa a un amigo que venía con una cinta de cassette y al colocarla en la radio empecé a reconocer una canción que alguna vez había oído. We will rock you me atrapó. Al poco, en casa había ya una cinta original de grandes éxitos propiedad de mi hermano: portada azul oscura con el escudo de Queen en dorado y un sin fin de canciones increíbles. Ya por esa época los Beatles ocupaban gran parte de mi escucha musical en un vinilo también recopilatorio, y ambos grupos habían desaparecido por la muerte de sus líderes. Soñé mucho tiempo en haber vivido otra época para poder asistir a sus conciertos y perdí el tren de ver actuar a Queen con Paul Rogers en el 2008. Pero ese tren ha vuelto a pasar ocho años después. 

Hace una semana vibre, canté, grité, lloré como una adolescente y me emocioné al recordar a un genio de la música que descubrí cuando ya dormía el sueño de la muerte. Estaba tan cerca de Brian May que casi podía tocarlo. Y Adam Lambert, ese chaval con una voz sensacional que a la primera oportunidad anunció que amaba a Freddie, que solo hubo un genio y quería solo rendirle un bonito tributo con la suerte de contar con la música maravillosa de Taylor y May. 
Y yo tengo que dar las gracias a mi hermano, que ha sido el que ha hecho posible vivir esta experiencia y tener la oportunidad de enseñaros unas fotos que ya guardo para siempre en mi retina...



domingo, 8 de mayo de 2016

Entre infinitivos


Texto extraído de la cuenta de Twitter de @Sergimas
Acabo de leer una frase de esas que te paran medio segundo el corazón y te abren millas la mente. La frase la tenéis justo al lado, y es de un periodista famoso del entretenimiento y el deporte rey en España (saludos a Sergi Mas). 

Los infinitivos son por definición formas verbales no finitas, que no hacen alusión a género ni número, y por tanto son usadas para una noción general o una idea, una acción o un deseo quizás. Me ha parecido tan acertado expresarse con vivir sólo con infinitivos que me he decidido a abrir el blog para compartirlo con quien quiera leerlo. 

El lenguaje es maravilloso. Yo, que soy de ciencias de la salud y me pirra cualquier cosa que tenga que ver con la anatomofisiología, con la psicosociología y con las tecnologías sanitarias, me quito el sombrero ante las formas de expresión que nuestra lengua materna proporcionan al escritor y al lector. Es tan bonito el castellano... Es tan bonito poder comunicarse.. Leer una frase, un texto, una palabra que te evoque sentimientos y te hagan mover las tuercas y tornillos de la mente... Ese veinte por ciento que en la comunicación- me decían en el colegio- que era el lenguaje no verbal, toma toda relevancia en las redes sociales, donde creo que hay un fifty-fifty en cuanto a intención del escritor y recepción del lector. 

Por eso me sumerjo en Twitter, por eso buceo entre periódicos a veces, por eso me encanta seguir los blogs de personas que no conozco. Por que me hacen sentir viva, y me recuerdan que existe una necesidad de expresión y de compartir vivencias que es fundamental para la salud humana. Se cierran círculos que se enlazan con otros. Todo tiene que ver con todo. 

Y en esa etapa en la que solo vives la vida entre infinitivos, me quedo con el último, Sergi, porque creo que envuelve todos aquellos que le preceden. Vivir cada día con el deseo y la acción de DISFRUTAR. 



viernes, 6 de mayo de 2016

En tres, dos, uno...

Esta semana ha sido complicada. Por muchas razones, las partes de un todo se han ido complicando una a una hasta hacer del viernes una meta que parecía lejana en el estrés del tiempo. Lo típico de que el vaso colmado va rebosando, y hay personas que abren todo un grifo de gotas. No sé cuántas veces he tenido que coger la fregona para recoger lo derramado. Y vuelta a empezar. 
Pero no, no culpo a nadie, cada uno tiene su cruz y lucha contra sus propios demonios y contra otros tantos que se encuentra en su día a día, pero a veces me cuesta respirar y tomarme las cosas con filosofía... Y necesito también algo de comprensión y de ayuda. Y poder perderme. Y encontrarme de nuevo. Y volverme a perder sin que eso suponga un holocausto o un apocalipsis. 

Porque es difícil remar contra marea, pero más difícil es si encima quienes tienen que ayudarte echan piedras en el bote. 





La desconexión mental se producirá en tres, dos, uno...  

domingo, 10 de abril de 2016

Cicatriz

Una cicatriz puede ser para toda la vida. Y digo puede, porque no se descarta que se modifiquen. Sino, que se lo pregunten a aquel hombre cuyo ombligo-lo que no deja de ser una cicatriz- desapareció tras una cirugía abdominal, que yo me acuerdo haberlo visto de pequeña y quedarme con la boca abierta.

Un tatuaje es para siempre. Me decía mi hermano que siempre es mucho tiempo, y yo le respondí que siempre es solo siempre. Es una cicatriz que te haces queriendo, en cierto modo como arte y en parte también para nunca olvidar algo que marca tu existencia. 

Llevo muchos años pensando en tatuarme. Si no lo he hecho antes es porque me tomo las cosas con calma, las medito y las sopeso, llegando a una conclusión que, de momento, nunca se ha dado el caso de darse la vuelta como un calcetín. No encontraba algo lo suficientemente importante para mí como para acompañarme como me acompañan mis cabellos, mis dedos meñiques torcidos como caminos sinuosos, mis ojos expresivos, mis tobillos gordos o mi cuello largo y esbelto. Todas estas cosas son parte de mí, y son bonitas o no tan bonitas, pero son mías, y van a seguir siéndolo siempre. 
Hace unas semanas tuve claro qué quería. Un título de canción que representa para mí la libertad, la persistencia, el arte, la música en todo su esplendor, pero también la humanidad, la sinceridad y el saber vivir conforme a la existencia que una desea, sin desear hacer mal a nadie con sus actos. Otra cosa es lo que se consiga.

Y eso me he tatuado. Sé que a ciertas personas no les va a gustar enterarse, pero es lo que hay. Ahora, tengo una nueva cicatriz que me gusta, que he elegido yo y que quiero. 

Don't take offence at my 'Innuendo'

sábado, 9 de abril de 2016

Lecciones aprendidas

Cuando depositas la confianza en ciertas personas y te fallan, algo en tu interior no vuelve a ser lo mismo. No se trata de formar dramas innecesarios, ni de hacerse la víctima más allá de referir el daño que de alguna manera te han ocasionado. Se trata más bien de que ese lazo que unía y que ahora está cortado en mil pedazos, no hay aguja que enhebre el hilo que los vuelva a unir. Al menos en estos momentos no veo posibilidad.

Así, las personas pueden decepcionar en el plano personal y en el laboral. Siendo amigos o solo compañeros. La mentira, no puede ser tolerada una vez que la has descubierto. Y ahora te pones a investigar y te sientes como estupida, ciega, por no haber visto antes la evidencia. 

Lo bueno es que a base de estas cosas se aprende. 

viernes, 1 de abril de 2016

Y me siento bien

Yo no sé mucho de nada. No soy experta por mucho que un título lo diga ni me ando pavoneando cual ave en el corral. Me sobran despachos en grandes alturas y me falta la soberbia que a otros le sobran para tener el reconocimiento equivocado de un buen profesional. 
Cada uno que coma ajos si se pica. 

Soy, ante todo, buena persona. O al menos intento serlo. Después buena en las relaciones personales que me interesan y en mi trabajo. También en todo lo anterior pongo empeño. 
No soy mejor ni peor que nadie. Ni peor ni mejor, ponlo en el orden que quieras.

Tuve una profesora que me dijo una vez que siempre habría una persona que hiciera algo aunque fuera un poco mejor que yo, pero que yo haría cosas en las que iba a superar a la inmensa mayoría de las personas. Le pregunté si eso significaba que iba a ser normalita o mala en todo, pero ella me sonrió como sonríe una madre y me dijo que no se trataba de mediocridad, sino de humildad en todos los sentidos, cuando haces algo bien y cuando no lo haces tan bien. Y me abrazó mientras me decía: "no dejes que la ira por no conseguir algo estropee lo puro que tienes el corazón, lucha sin ira". Creo que ahí aprendí esa palabra (mediocre) y fui realmente consciente de la importancia de la humildad. 
Contaba entonces nueve años de vida, era delegada de clase y tenía todo sobresaliente en las notas y una habilidad curiosa para las artes plásticas y la música. Me había enfadado por no ser la solista en la estrofa de una canción que defendía francamente bien, y la bofetada de realidad al decirme mi profesora que otra compañera lo había hecho mejor que yo me había destrozado. Yo, que cantaba perfectamente iba a ser relegada al coro con otras compañeras que más que cantar, berreaban. Nunca fui demasiado competitiva, pero aquello me hirió el orgullo, y así debió parecer porque la profesora se acercó a la hora del recreo debajo de la canasta de baloncesto donde me senté sola y enfuruñada.
Aún hoy sigo recordando la mirada dulce de aquella profesora a la que debí tocar un poco su corazón cuando le pregunté si era normalita o mala. Y recuerdo como una losa la sensación de culpa que sentí por no haberme alegrado de esa chica que cantaba tan bien o mejor que yo. 

Cuando dicen que los profesores no educan en valores creo que se equivocan. Aquella profesora me enseñó a amar y asumir mis virtudes y mis defectos, al menos aquellos de los que soy consciente. Y sí, tengo muchos defectos y muchas cualidades de los que me siento más o menos orgullosa, pero si de una tengo que presumir es de que miro a las personas de frente, sin miedo, y sin creerme ni más ni menos que nadie. Y me siento bien por ello. 

viernes, 25 de marzo de 2016

La no hermandad

Como esto es un blog personal, y sin grandes pretensiones, hoy voy a hablar personalmente de algo que me toca el corazón.
 
Me crié en la casa-hermandad de la más señera cofradía de Utrera. Crecí con personas a las que tres imágenes constituían su mundo extra laboral.
Mi padre estaba entre ellos. A él, lo he visto disfrutar de ellas y de su entorno, y también sufrir en silencio o con enfado por determinadas cuestiones que ahora no vienen al caso. Lo cierto, es que pasión no le faltaba, y durante muchos años fue timón y vela, remo y hasta bote salvavidas de una corporación que iba dando tumbos. Hoy, la hermandad y la cofradía es así en gran parte por mi padre. Y eso quien me lo discuta es que no tiene ojos en la cara o no sabe ver con ellos. Ciegos. 
Mi familia se extendió gracias a que él quiso que nuestras vidas se desarrollaran paralelas, jugando entre trabajaderas con amigos que para mí son hermanos, y aún hoy conservo a pesar de lo poco que nos vemos. Pero ya no me da la gana guardar un silencio sepulcral cuando se pierde la educación con quien nada tiene que ver o se ningunea a las personas que lo dieron todo, y que ya están supuestamente abocados al ostracismo por decisiones dictatoriales en lo que se supone que debe ser una Hermandad. Una palabra tan bonita que aquí en la vereda perdió su significado hace mucho tiempo. Gracia me hace que crean que han vencido. ¿Vencido en qué? 
Es cierto que la historia la escriben los vencedores, pero esto, por mucho que quieran algunos, no es una guerra cuando ya uno se ha retirado de la batalla. 
La historia por tanto, recordará lo que la ha marcado, y mi padre (y mi madre también) aquí son grandes escribanos. Le pese a quién le pese. 


domingo, 20 de marzo de 2016

Papá

Ayer felicité a mi padre, pero he dejado pasar un día para hablar de él en mi blog por eso de no ser una hija de tantas que habla de las maravillosas cualidades de su padre.

Mi padre es un tío culto. Eso para empezar. Es una persona trabajadora y muy constante, y ahora seguimos. Se levanta y anda kilómetros admirando una tierra a la que ama, respirando campo y ciudad. Es fan de la historia y le encanta saber del suelo que pisa y las piedras que lo rodean, imaginando los ojos pasados que alguna vez observaron el mismo lugar en el que ahora está. Es fiel guardián del patrimonio, capta con su objetivo aquello que quiere compartir para no dejarlo sólo en su memoria. Inteligente, nada en la red para saciar su mente inquieta. Y sabe disfrutar del tiempo libre que le ha dejado años y años de estrés en el banco. 

Ha sacado adelante, pluriempleado, a cuatro hijos con la ayuda de una mujer que siempre ha estado a su lado, mi madre. Y supo hacer un empleo constante para una hermandad a la que ha dado mucha gloria y poco disgusto.
Trabajo le ha costado poder ser lo que hoy es: un merecido jubilado con toda una vida por delante.

Papá, quizá no estemos de acuerdo en todo, quizá yo te saque de tus casillas igual que a veces tú me sacas de las mías... Yo no soy la mejor hija del mundo, pero sé que me quieres y yo te quiero a tí como no quiero a nadie. Porque aún me acuerdo de tus manos sujetandome para subir a un tercero sin ascensor, de tu olor al tabaco de los noventa y a tu crema de afeitar (aún hoy me quedaría embobada viendo como rasuras tu barba, aunque te hayas pasado a las modernidades de la máquina eléctrica).
Quizá no seas un padre de los de película, pero es que nunca te hizo falta, ni te hace falta ahora. Yo te quiero todos los días del año, y aunque no te lo diga mucho, hoy te lo voy a repetir: Te quiero Papá, porque hoy siempre será tu día. 

Nota: Da igual qué día leas esto. 

sábado, 19 de marzo de 2016

Mi tiempo

Es sábado y llevo ya unas horas despierta. Algún rincón de mi casa parece pedir a gritos que le sacuda el polvo y le pase la fregona. Sin embargo, el sofá me ha camelado y sigo aletargada en él. Las nubes van tapando el sol y a ratos el salón se oscurece. Otros, la claridad inunda la sala y las sombras se hacen más fuertes. Entra una brisa leve por el balcón, y huele también levemente a humedad. Me gusta. 
Enfundada en mi bata, no me creo que sea ya mitad de marzo. Aún recuerdo los bombones y polvorones que se han asentado en mi cuerpo después de las navidades. Ahora está algo dolorido fruto del esfuerzo que lleva soportado durante las dos ultimas semanas. 
Mañana llueve, y no puedo evitar acordarme de cuando esperaba el domingo de ramos con la ilusión de la niña que era. Mucho tiempo ha pasado de eso, y lo que se vive por el sur en esta época del año me gusta, pero no me limita ni limita un domingo especial para muchos. Ayer desayuné gloria. En un bar de un pueblo sevillano, con marchas procesionales, olor a incienso y un zumo de naranja con café y tostada. Me sentí maravillosamente en casa. Me da igual los tambores que resuenen por el centro, voy a escuchar y a ver lo que me venga en gana. 
Voy a disfrutar porque me apetece, contigo, con mil o sin nadie, con procesiones o sin ellas, pero voy a hacerlo porque momento solo hay el presente, y me quiero regalar mi tiempo. 

domingo, 6 de marzo de 2016

Sala de espera

Las salas de espera son odiosas. Me considero persona paciente, pero la espera en sanidad, en administración o en cualquier lugar de servicios públicos o privados, acaban por desesperarme.

Cuando la justicia llama a tu puerta un escalofrío recorre tu espalda. Lo recorre porque sabes que alguien pierde un poco más que el otro, y puede ser que lo que tengas que aportar balancee más la situación a un lado. A veces puedes eludir la responsabilidad y otras simplemente no puedes. 

Cuando era pequeña mi madre me decía que era la defensora de las causas perdidas. Creo que a día de hoy sigo pecando de lo mismo... Así de tonta soy, capaz de pasar un mal rato a sabiendas que me lo puedo ahorrar si miro hacia otro lado. Pero no lo veo justo, aunque sepa que decir certezas no siempre gusta. Todas las decisiones tienen su parte positiva y negativa. No sé si hago bien, pero esta parte es la que me empuja a hacerlo algo que no sé cómo llamarlo.

Pase lo que pase, espero no arrepentirme, no saber nada más de esto y poder dormir mañana. Porque hoy ya te digo que me ha costado.


miércoles, 2 de marzo de 2016

Relatos cortos: Candidato

Aún el sol andaba dormido cuando sonó la alarma del Galaxy S6. Un trabajo que el móvil se hubiera podido ahorrar puesto que desde hacía una hora, ojiplático, sus nervios habían evitado ya no dormir profundamente, sino si quiera un sueño leve que le robara el cansancio acumulado de una semana de locos. Era la cuarta entrevista para un trabajo decente en la semana.
Se puso los pantalones mientras cepillaba los dientes con premura. Se calzó y eligió, de entre sus muchas camisas, aquella con la que se sentía cómodo en una ocasión como esa. No le gustaba decir que era su camisa de la suerte, pero en cierto modo se sentía mal si no la llevaba. 
Los semáforos le abrían paso a través de las calles dormidas, y avistó el aparcamiento perfecto para su coche, heredado de su hermano. Era un Volvo 900S, un coche antiguo que consumía en gasolina una cuarta parte de lo que era capaz de ganar en un mes, y teniendo en cuenta que lo cogía dos veces en semana, eso era mucho... Puso el freno de mano, hizo leves movimientos con la mano a la palanca de cambio antes de soltar el embrague para cerciorarse de que estaba en punto muerto y bajó.

Era miércoles, y los miércoles le encantaban. Se abrochó la chaqueta y se miró en un escaparate del alto edificio que tenía ante sí. Cogió aire, dio dos golpes talón con talón y entró al ascensor que lo llevaría a la dieciseisava planta. Quizá lo llamaran loco, pero realmente podía oler que ese era su día. 

martes, 1 de marzo de 2016

Relatos Cortos: Preguntas importantes

Dentro de la cabeza del pequeño debía haber cientos de preguntas que ansiaban pronta respuesta. Pero, quieto en su silla, aguardaba una señal que le indicara que aquel era el momento para lanzar una. Sólo una. La debía escoger como se escoge la fruta en el mercado, aquella que tiene buen aspecto pero que, priorizando el momento de su consumo, debía escogerse entre más o menos madura, más verde o más roja, más tersa o más blanda.

Su pierna derecha botaba en el suelo fruto del nerviosismo. El discurso del profesor iba llegando a su fin y la orden de levantar la mano para pedir la palabra ya estaba dada en su cerebro. La única instrucción que impedía que lo hiciera, era precisamente la que le decía en casi un susurro: "Aguanta, aún no es tu turno".

Y llegaron las palabras del apuesto maestro.

-¿Alguna pregunta?

(¿Alguna?- Pensó el chaval- Tengo decenas, cientos... Pero solo una quiero saber en este preciso momento...)

- ¿Nadie?- Volvió a entonar mientras inclinaba hacia delante la cabeza y miraba por encima de las monturas Pull & Bear azul eléctrico.
.
.
.
Orden fuera, levantó la mano:

- ¿Puedo ir al baño?

miércoles, 24 de febrero de 2016

Te veré mañana.

A veces me sorprendo de lo egoísta que puedo llegar a ser. 
Me revuelve el estómago pensar que me eclipsa el hecho de buscar mi zona de confort y no ser capaz de ver la del otro. Una persona importante para mí, por otro lado. Vuelvo a no querer que te vayas, a pesar de haber visto lo bien que estás allí con tu compañero de vida. Vuelvo a no querer tener que esperar a las tantas para poder hablar un ratito contigo. Vuelvo a no querer estar pendiente de una visita y a robarte tiempo de estar con los tuyos, aunque yo crea ser parte de ellos. Vuelvo a no querer verte a través de una pantalla. 
No te gustan las despedidas, y aquí he venido, con viento huracanado a despedirte porque a mí, y no a ti, es a la que le hace falta. 

Y tú, como siempre, como si te fuera a ver mañana, y yo, como siempre, tragándome el abrazo que quiero darte. 

Te volveré a echar de menos como lo hago cada vez que te vas lejos. Mucho. Te quiero, amiga. 

El cuerpo humano.

El día de hoy ha sido un... ¿cómo decirlo? ¿Cúmulo de circunstancias? Entre pacientes, llamadas de compañeros, de médicos, de familiares, de amigos, charlas con cafés de por medio, intento de solución de problemas informáticos laborales, y unos espárragos con mayonesa de cena, me acuesto y no puedo dormir de la actividad que aún me ronda por la cabeza. A lo mejor es del cortado que me he tomado a las siete de la tarde porque no podía con mi alma, pero creo más bien que es de los nervios que hoy me comen. Es increíble ver cómo las emociones influyen en la salud física y repercute en los sistemas vitales. Para los amantes de la anatomofisiología, ya sabréis que el sistema nervioso simpático hace de las suyas sin querer... y el parasimpático a veces no es capaz de pararlo. ¡Qué perfecta como máquina es el cuerpo humano!

Me ha parecido curioso hoy revivir de una manera brutal porqué a la gente se le acelera el corazón cuando tiene cerca a un sanitario. Es como acudir a un examen tipo test sin haber estudiado, como intentar aprobar de chiripa pero sabiendo que te juegas el curso completo. La medicina o los tratamientos una vez que suspendes (si se llega a dar el caso) se convierten entonces en el odiado "septiembre", donde tienes una nueva oportunidad para que la prueba salga bien y te aprueben el curso que te permita seguir avanzando.

Hoy, una señora de 87 años me ha sorprendido con la respiración agitada por el simple hecho de estar a su lado intentando que se adapte a un equipo que seguro le va a reportar un aprobado con holgura en septiembre, porque sí, en el examen de hoy estaba claramente suspensa la pobre... En un momento, sintomatología de retención de carbónico aparte, su respiración era de unas 35 rpm (respiraciones por minuto). Me he tenido que dedicar a hablar con su marido (de otros tantísimos años), y mirar de soslayo la pantalla donde marcaba la frecuencia respiratoria. Al final, cuando la señora creía que no le estaba echando cuenta, la respiración se le ha normalizado hasta los 22 ciclos, y me he quedado más tranquila. Cuando volvía a echarle cuenta su respiración se agitaba, y su corazón se aceleraba... y volví a hacerlo, y de nuevo pasó. Y todo esto porque su mente entiende que hay algo que la ataca o que le hace huir. Y yo, lo prometo, he sido muy agradable.

Ahora soy yo la que tiene el corazón algo acelerado y el simpático no me deja conciliar el sueño. Como es imposible intentar hablar con alguien a estas horas, voy a ponerme a leer que es un buen entretenimiento y siempre la lectura es buen somnífero cuando una se nota cansada.

Buenas noches tengan ustedes.


miércoles, 17 de febrero de 2016

Solo tú

No se llamar a tu puerta como una libélula se posaría en la hoja de una margarita. A veces me siento elefante en cacharrería, intentando llegar de un extremo a otro, destrozando, ensordeciendo la habitación que me lleva a ti.
No se a veces dar espacio a la tristeza. Pretendo borrarla de un plumazo de pavo real con sus colores verdes, azules y dorados, y quizá eso no es suficiente, o ni si quiera necesario. A lo mejor en ocasiones peco de inmovilidad y otras de extremo nerviosismo. Ya sabes, la bipolaridad es definitorio de mi signo... A lo sumo, un temblor de terremoto se irradia desde el epicentro de mi estomago a mis manos, y sigue en ondas concéntricas para arquear tus cejas y oscurecerte la mirada. 
Esos ojos que lo dan o lo quitan todo, que hacen de un día nublado el más soleado que la memoria ha soportado alguna vez. Sé que lo sabes... El rostro del cansancio no puede ganar, porque cada día hay tazas de cafeína esperándote para eliminar tus ojeras, pero debes aprender a descansar cuerpo y mente. 
Tú debes hacer lo que creas oportuno. Yo me guardaré de hacer lo que me haga feliz. Ser paralelas cruzadas por casualidad es una gran suerte- no me lo puedes negar- para unirse en una sola línea más ancha, más fuerte... más infinita. Y prometo dejar que pasen las manecillas del reloj para dar tiempo a que esos ojos vuelvan a brillar, como solo los astros grandes saben deslumbrar. 

viernes, 12 de febrero de 2016

Papel y colores

El pasado martes viví una de las escenas más impactantes que he tenido como enfermera. No es nada de sangre, vísceras ni miembros amputados. No os la voy a contar porque es entrar en un morbo innecesario y en una violacion a la intimidad y al secreto profesional, al tratarse de un paciente al que trato con asiduidad. Solo diré que es la situación más injusta que he presenciado, que llevo con aquel nudo en la garganta desde entonces, y que lloré amargamente cuando la luz se apagó en mi habitación. 

Hoy no he tenido un buen día. De nuevo quisiera echarle las culpas a las hormonas, esas a las que mi amigo Juanjo no atribuye causa alguna, y a las que ya defendí en su día diciendo que quien no tiene ovarios no opina. 

Supongo que, como antes me ha pasado, el frío, la humedad y el haber metido el pie izquierdo en un charco (el único caso del aparcamiento, que además era del tamaño de dos coches) me han empujado a poseer la cara sombría que he arrastrado durante todo el día. Yo, la verdad, no me creo con los suficientes motivos para andar de capa caída, pero también tiene una derecho a estar triste de vez en cuando. Y mis amigas, que lo saben, que me quieren, y que me quieren ayudar aún en la distancia, me han hecho un regalo con el que colorear a ratos mi jornada de modo que ya, quiera o no quiera, no tendré más remedio que dejar de verla en blanco y negro.

Ha vuelto a ser una semana complicada. Pero las frases de motivación te bombardean la retina mientras andas por las redes sociales, y yo, junto con mi primer dibujo coloreado de mi libro de adultos para colorear, he adoptado una del genio Beatle Lennon que otro día os contaré. Porque hoy, el protagonismo es para él:  
Gracias. 

sábado, 6 de febrero de 2016

Cuando la gente no atiende a razones...

Es frustrante. Retorcerle el pescuezo a alguien cual pollo de corral es una expresión que se me antoja ideal para describir lo que le haría a determinadas personas con determinadas actitudes. Es que hay situaciones y conversaciones que es como chocarse contra la pared una y otra vez y no parar hasta abrirte la cabeza. Estoy tan cansada de la gente cabezota y que no atiende a razones aunque la hagas croquis de colores con luces de neón... Las conversaciones se vuelven baladas de borregos, que pisan con sus pezuñas al acompañante, bailando a su aire, sin seguir el compás de la música que rodean, mientras le lanzan un balido a la oreja lanuda del compañero tapando todo acorde lógico armónico.

De verdad... qué hastío mental encontrarte con esto día sí, día también y el de en medio doble sesión por si te aburres. Será que el invierno está caluroso y los cerebros se fríen hasta convertirse en hervideros de neuras, porque si no, yo es que no lo entiendo. Las ganas de pelear, las ganas de discutir, las ganas de buscar las cosquillas, las ganas de tener siempre la última palabra, las ganas de quedar por encima... Suerte que dos no se pelean si uno no quiere, dos no discuten si uno se evade, dos no juegan a las cosquillas si uno se pone una coraza, la última palabra es la verdad que tú sabes y las ganas de quedar por encima es según tengas ganas o no de hacer ejercicio. Lo malo es si el otro es insistente por no decir cansino, fatigoso, perseverante, cargante, pesado, algo incómodo a fin de cuentas, es harto difícil no pelearse, ni discutir, ni dejarse encontrar, ni hablar más alto ni subirse al tejado para mirar por encima del hombro.

Intento pasar. Paso. ¿Paso o lo intento? Paso, paso. O al menos lo intento... Como diría mi amiga Mar, ¡¡Ay señor, llévame pronto!!

Esperanzada me hallo en que el que la sigue la consigue.

domingo, 3 de enero de 2016

Propósitos

Siempre se me hacen raros los primeros días del año. Es una sensación extraña entre querer que pasen las fiestas para recuperar lo cotidiano, desear que llegue el día seis para ver ojiplática como se abren regalos que se han envuelto con esmero, y querer a su vez que nunca acabe esta espera de nervios infantiles. 

Las luces de las calles y el gentío me recuerdan que a menudo nos olvidamos de la cantidad de personas que vivimos alrededor de una ciudad como Sevilla. Miles de personas vienen de los pueblos, y las de la capital salen de sus casas para estirar la nómina- quien la tenga- y disfrutar de un consumismo que se disfraza de Navidad. 
Gastrobares de moda cambian sus cartas para hacerlas más acordes al espíritu navideño y los ayuntamientos hacen gala de atracciones para niños de vacaciones escolares y padres sufridores.

Como buena Géminis, soy amiga de los extremos. El año pasado viví las fiestas con más sopera que solera. Este año no sé qué ha cambiado, pero la cara buena del signo bipolar se ha manifestado y vuelvo a la niñez cuando huelo las castañas y escucho los villancicos aflamencados que cantaba en el colegio. 

Llámame desagradecida, pero este año no me importa qué regalos encontrar en mi zapato. Tengo más en casa de lo que necesito, y probablemente me vayan a gustar los regalos que han preparado sus majestades, pero ciertamente no los necesito. Creo que este año me voy a centrar en los retos personales. Esos no pueden regalarse, solo se alcanzan o no, y me parece un año con una numeración muy bonita para eso. 

Ya tengo anotados en la mente mis propósitos para el 2016. Secretos a parte, quizás a alguien acabe por contárselo... Podrías ser tú, y de paso, así me ayudas a conseguirlos, porque algunos no son fáciles, la verdad. 

No te preocupes, que prometo ayudarte con los tuyos... ¿Ya los has escrito?