Hace poco menos de una semana he empezado una nueva etapa en mi vida profesional. Sigo en el mismo hospital, pero ahora estoy en críticos en una unidad pediátrica y, de momento, no me he adaptado mal. Los compañeros ayudan mucho, la verdad es que hay buen equipo. Además, me he dado cuenta de que los años de profesión y la experiencia pesan más de lo que creía. Antaño me habría puesto muy nerviosa antes de cada turno, y me habría aturullado probablemente con información de los pacientes, fruto de esos nervios. Hoy, me siento segura ante una gráfica, y, aun sabiendo que tengo muchisimo que aprender de canalizaciones, maquinaria, medicación y protocolos de cuidados en UCI, la verdad es que me defiendo bastante bien.
Eso sí, qué diferente se ve todo cuando eres madre. Mi cabeza consciente está puesta hoy en el box 2.3, pero la parte subconsciente está en un tercer piso, tumbada en una cama y huele a colonia de bebé. Y está luchando por no comparar la suerte de uno, con otros a los que estamos cuidando mis compañeros y yo en esta noche de primavera. Aun con el alma partida por ver que la alegría puede esfumarse en un momento, tragar saliva y bloquear otros pensamientos para poder seguir.
Qué duro es, pero qué gratificante pensar que haces todo lo que puedes.