El día, desde hace unos cuantos, se ha levantado nublado. Este verano, del que la gente se queja y del que yo estoy encantada, se está haciendo experto en mañanas fresquitas. Firmo el que viene como este, con días de calor perfectos para chapuzones y con otros de rebequita en el bolso y airecito encima de la bicicleta en el paseo vespertino.
Hoy tengo sueño. Quizá sea por el cansancio acumulado de un agosto que cuanto menos ha sido cansino en cuanto a trabajo. Pero mírame, aquí ando con el móvil en la mano a ver si el camino sigue abriéndose para mí en el sendero que quiero. No tenía muchas esperanzas puestas, pero luego me he acordado de que una amiga me dijo no hace mucho lo negativa que era.
Nunca me he considerado negativa hasta que vi un vídeo en el que decía que la gente negativa argumentaban que eran realistas.
- ¡Jo!- pensé- como yo.
Y aquí estoy, envolviendome en permufe del caro y poniendo el móvil a toda voz para descolgar la llamada que será continuación del principio del final.
Yo me entiendo.
Confío. Espero. Paciencia.
Vamos, bonito... ¡SUENA!