lunes, 3 de julio de 2023

Cantas

Tu voz de bebé va dando paso a una voz de niño, que modulas cuando y como quieres. Ayer me sorprendí con los ojos vidriosos mientras te acunaba en mis brazos para dormirte. Estabas tranquilo, jugueteando con mi cadena, esa que lleva una A: la de tu nombre.
No querías dormir, o quizás sí, y lo que estabas era dándote arrullo a ti mismo. Canturreabas. Lo haces mucho. A veces reconozco lo que cantas. Otras, parece que lo inventas, que lo vas haciendo sobre la marcha, subiendo y bajando notas dentro de una escala del color del arcoíris.
Tuve que sonreír y acordarme de tu bisabuela, esa que tarareaba todo el rato mientras hacía y deshacía, esa bisabuela que no es de sangre, pero como si lo fuera. Si lo fuera- pensé- creería que habría un gen para eso y que lo habías heredado. 

Pero cantas. Cantas mucho y, cuando te das cuenta que te miro, sonríes mientras sigues cantando.
Y yo deseo que ese mundo interior que dice tu Tata que tienes sea tan bonito que te den muchas ganas de cultivarlo con la ciencia de las artes, porque vienen tiempos oscuros, pero los humanos siempre han sabido encender una luz para la esperanza, y tú, mi pequeño colibrí, tienes un todo un sol dentro.

sábado, 10 de junio de 2023

Caro y Juan

Quédate con quien te quiera bien. Con quién te diga "sí, quiero" con los "a pesar de", aún con girasoles boca abajo y sonrisas invertidas.

Quédate con quien te quiera libre, sin ataduras aún con papeles, sin prohibiciones en contramano.
Quédate con quien te quiera sin más, sin pedir más que lo justo, con quién te haga sentir, soñar, volar. También con quién te haga enojar, pero te haga volver. 
Volver.
Volver una y otra vez a tu casa, porque hay personas que son hogar en días buenos y en días malos. Pero sí, quédate con quien te haga volver, volver y que parezca que nunca te has ido.

Feliz vida.

jueves, 6 de abril de 2023

Soltar

Pensando en canciones, las hay movidas y lentas; de muchos estilos musicales, con notas, acordes y puentes imposibles, y algo más sencillas de tocar. Las hay también que hablan de tí o de parte de tu vida. A lo mejor solo lo hace en un momento puntual, un periodo de tiempo, o también puede parecer que te describe de pé a pá. Vete tú a saber.
Lo cierto es que cantar suele sanar el alma. No se bien si es porque ayuda a soltar aquello que te lastra con cuerdas que queman en las muñecas, sin querer mendigar amores- como decía Mr. Kilombo- o porque te lleva a mundos bonitos, meciéndote en sus pentagramas y blancas, negras y corcheas en clave de sol y de fa.
Siempre he visto la música como algo innato en el humano, inherente como los sentimientos y las emociones.
Y como ellos, la música a veces es imposible de parar. Te llena la garganta y sale en líneas curvas, merced al vibrato de cada uno.
Y a veces hay que cantar para sanar. O escuchar, para sentirte mejor. O apagarla solo para escucharte.
Pero lo cierto y verdad es que soltar (ropa que ya no te pones, temas del pasado, objetos inservibles, rencores, responsabilidades que no son tuyas, eso que tienes en el trastero que te da pena tirar, pensamientos...) siempre ayuda a caminar más ligero. 

miércoles, 1 de febrero de 2023

Fortuna de gato

¿La suerte existe? La determinación y preinscripción de los hechos en la línea vital de una persona, ¿Está anotada desde que nace un nuevo día? No lo sé, la verdad. Si la suerte se considera destino, no lo veo. Pero si es circunstancial, si de lo que rodea a la persona en un día, en un segundo, depende de mil cosas y el resultado es favorable o desfavorable; entonces la suerte es descriptiva de un suceso. Y ahí sí, qué suerte a veces más agradecida. Qué alivio pensar en lo que ha sido y no fue. Qué temor encapsulado entre puntos, moratones y quemaduras, y qué miedo estar a merced de segundos o centímetros de ser o ya no ser nunca más, si no recuerdo quizás.
Y cuando paras, echas la vista atrás y te notas temblar las piernas y una congoja se te agarra a la campanilla como mono a platanero, ahí notas que te han quitado tiempo de vida, pero a la vez, te la han dado.

Suerte. Bendita suerte, gato. No gastes más vidas, que te quiero a mi lado.


sábado, 17 de diciembre de 2022

Recuerdos de Navidad.

Cuando era pequeña, la nochebuena en mi casa empezaba a ritmo de villancicos tradicionales en cinta de cassette y el vinilo de la familia Montoya. 
Me veo con el disco que atesoro ahora en casa, escrutando los rostros conocidos que esa familia utrerana mostraba al mundo en una foto en blanco y negro en la contraportada. En la portada, Enrique padre, Enrique hijo y Tate Montoya.

Recuerdo correr a contestar al porterillo sabiendo que mis abuelos contestarían al otro lado, volver a toda prisa al salón para aumentar el volumen (a modo de bienvenida) y volver a la puerta para darle un beso y un abrazo y cogerle los abrigos. Cómo esperaba esos abrazos... Cómo me gustaba el olor que desprendía mi abuela en los tiempos en los que el visón no estaba tan mal visto. En sus brazos me perdía oliendo su perfume que, aún hoy, parece traer a veces de una bocanada el aire. Cuando eso pasa, sonrío grande, porque es como si estuviera aquí. Y siempre, un pasito por detrás estaba mi abuelo, siempre en su sitio, alto, elegante, comedido, encorbatado y con una media sonrisita.

Mucha gente dice que las navidades son tristes por aquellos que ya no están. Pero a mí me parece que es una época perfecta precisamente para recordarlos. Con nostalgia, sí, pero para mí era (y sigue siendo) una época muy feliz, y nada tenía que ver con juguetes, sino con la familia, con las luces, los cantos, la alegría y con amabilidad... Porque todo el mundo parece volverse más amable. Y eso es precisamente lo que le hace falta al mundo, y no solo un mes al año.

Sigo esperando el día 24 con ilusión. Sigo queriendo despertarme el 25 con la esperanza de vivir un día de fiesta, el 31 me encanta llegar a las uvas y ver en cuantos bocados se come mi hermano las 12 uvas, mucho menos que 12, obviamente. Me chifla ver el concierto de año nuevo en Viena, esperar la Marcha Radetzky- por muy hortera que parezcan las palmas- y estoy deseando que llegue la cabalgata para agacharme a coger caramelos y ver las carrozas nuevas que la asociación de Reyes Magos de Utrera ha preparado con mimo.
No he perdido esa ilusión. Y ojalá nunca, nunca, la pierda.

Felices fiestas a todos.

sábado, 5 de noviembre de 2022

Tempus fugit. Un año de amor.

Hace un año llegaste a mi vida. Me gusta pensar que hace más, la verdad, por que ya te sentía revolverte dentro de mi como ahora cuando quieres que te deje en el suelo para gatear. Pero la fecha de tu DNI (que sí, que ya tienes a pesar de la fotografía horrorosa que te sacaron) pone 5 de noviembre. Soy una madre que ve a su hijo guapo y maravilloso, pero la foto del carnet no es tu mejor foto, mi vida... Eso sí, salvando ese detalle de sentirte conmigo mucho antes y de que saliste berreando por aquel aro de fuego antes de lo que se esperaba, literalmente naciste a las 7 y tres minutos de la mañana hace hoy justo un año, con kilo seiscientos treinta, cuarenta y tres centímetros y una naranja guachi de cabecita (veintinueve centímetros de perímetro craneal)
¡Feliz cumpleaños también por aquí! 
La verdad, la garganta ahoga las palabras. Ni si quiera escribiendo soy capaz de contener lágrimas y plasmar lo que siento. Porque escribo esto mientras te acuno en mis brazos, y desearía parar el tiempo y tenerte tan pequeñito y cerca siempre que pueda oler tu respiración... Esa mezcla láctea y de pan con tomate del desayuno, con gotitas de colonia de bebé. Lo huelo, lo vuelvo a oler y quiero guardarlo para siempre en la memoria, porque todos me dicen que se olvida, y eso me da rabia. Casi te absorbo de tanto olerte, no creas que exagero. 

Mi bebé, mi niño, mi amor más incondicional, mi torbellino de colores con pies descalzos. Mis ojos verdes hoy, grises mañana, color de la dulce miel. 
Sigo sin poder expresar el amor tan animal que provocas en mí, tan creciente en cada paso, tan irracional que a veces me da miedo que mi felicidad sea tan dependiente de tu felicidad. Y es que yo antes era una, sola, absoluta, rodeada de gente, con mis dudas resueltas y sin resolver, y ahora, desde ese día 5, la única certeza que tengo es que nunca más seré individua independiente... Porque mis ojos ven a traves de los tuyos, mi alegría va contigo y mi corazón ya siempre latirá en un pecho que no es el mío. Te quiero, Alejandro. 

Feliz vida, mi pequeño colibrí. 

lunes, 17 de octubre de 2022

Maestro

Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos

Yo estaba enamorada de mi profesor de Química. Pero no era un enamoramiento romántico, no. Más bien era un enamoramiento personal, a su figura, a su persona, a su saber estar y a su saber enseñar, a su saber hablar y explicar la materia con una voz que difícilmente superaba los molestos decibelios. Paco a veces parecía que te hablaba en un susurro y suavizaba aquello que te parecía imposible de entender o memorizar. Me fascinaba que, con lo introvertido que era, fuera capaz de dar clases. No puedo contar la de veces que se puso como un tomate cuando sacaba su patita humorística y nos deleitaba con una broma. Ahí terminaba de ganarme. 

Paco era todo eso y más. Un gran profesor, además de un buen hombre. Demasiado pronto han venido a cortarle el hilo. Maldito muro, maldito destino que aguardaban las parcas con esa lana negra que le tenían hilada. 

Hoy habrá mucha gente que te de las gracias. Gracias, de corazón. Porque nunca tuvo precio cómo nos trataste, nunca tuvo precio la tranquilidad que nos proporcionaste en un curso tan trascendental, nunca tuvo precio todo lo que nos enseñaste con una sonrisa tímida en los labios. Nunca tuvo precio nada de eso, y, sin embargo, es el bien más preciado que guardo de mis días de Instituto. Tus clases, tus chistes, tu calma. 
Paco, maestro, tanta paz te lleves como paz nos diste. Tanta gratitud percibas como amor has dado. Que la tierra te sea leve.