sábado, 23 de enero de 2021

Tercera

Tres. 
La tercera ola ya está aquí. Van tres donde la primera fue un tsunami; la segunda, una ola para surfear, y esta tercera parece una pared de hormigón a la que no hay más cojones que escalar para poder superar. Cómo de alta sea la ola, no lo sé. No pinta bien. No me gusta un pelo lo que oigo, lo que me cuentan los que están en primera línea... Tres. Tres olas. Tres putas olas y aún no hemos (han, qué coño!) aprendido. 

Dos. 
Las dosis de las vacunas que están comercializadas en España y que tienen que ser administradas al menos al 80% de la población. Este 2021 va a ser igual o peor que el 2020, ya lo dijo la OMS hace unos días... Aunque creer a la OMS últimamente es hacer acto de fe contínuo. Queda menos para que todos lo estemos, pero egoístamente, quiero que ya vacunen a mis padres y a mis hermanos.

Uno. 
Eso son los días que me permito estar de bajón. Hoy, tras la merienda, me ha entrado una desazón como pocas veces ante lo que se viene. No, ni he cambiado mi forma de actuar (sigo teniendo mi burbuja social de dos personas) ni, de momento, se me ha acabado el contrato en Pediatría; pero me apena tener que dejar esa burbuja (no viven en mi pueblo, y ya estamos confinados perimetralmente) y sobretodo me da mucho miedo el futuro. 
Ojalá esta situación pueda acabar pronto, ojalá haya buenas noticias pronto que hagan pensar en la ilusión más que en el bicho que nos tiene a todos en jaque. 

Ojalá haya sueños con los ojos abiertos... Y no tanta pesadilla detrás de gafas de protección, y tantas familias rotas por tantas vidas perdidas.