sábado, 25 de febrero de 2017

Por todos aquellos. Carpe Diem.

Siempre he pensado que empezar a trabajar con la enfermedad y estar en contacto con ella desde los dieciocho años me han hecho ser la persona que soy hoy. A veces me pregunto si soy demasiado pragmática en algunos casos y demasiado pasional en otros. Mi amiga diría que soy un buen ejemplo de Géminis y su típica ciclotimia. Puede que la muerte no sea para mí un trágico fin en muchos casos, sino una lógica dentro de los acontecimientos de la propia vida que se ha extinguido. Sin embargo, en otros por lo inesperado, por lo injusto o por lo que ello conlleva en los que aquí se quedan te sacude y te trastoca, activando el mecanismo del duelo que es tan psicológicamente necesario superar.

La muerte está ahí, siempre. Desde que el corazón tiene el primer impulso electrico en la sexta semana de gestación y empieza a latir, creciendo cada vez más hasta que salimos del vientre de nuestra madre con la primera bocanada de aire. Desde ese instante en que hemos nacido, la única cosa que es certera es que vamos a morir. Y sin embargo, no quiero que este post sea un guiño a la muerte, sino a la vida. Porque cada hora, cada minuto es importante; cada día, cada semana y cada año nos da experiencia. Cada momento es tuyo, y no va a volver. 

Ráez es un apellido y Pablo un nombre. Hoy, esas dos palabras vienen cargadas de dolor por la injusticia de su marcha, por la pérdida de su lucha y por las veinte vueltas al sol. Pero hoy se tiñe también inevitablemente de esperanza y orgullo, por el legado que deja este chico a una España que ha sabido escucharle haciéndose eco en las RRSS. Leucemia se llama el cáncer que se lo ha llevado tras un (dos en realidad) trasplante de médula que ha rechazado su cuerpo. Pablo ha muerto pero deja en vida un ejemplo de superación, un ejemplo de amor por la vida y sobretodo, conciencia de que todos podemos salvar vidas sin la necesidad de ser superhéroes.


Memento mori, sí, pero podemos dar tiempo y calidad de vida. 

Dona sangre. Dona médula. Dona vida y da otra oportunidad a personas anónimas que algún día gozaron de una salud que ahora han perdido. 

Seguiremos fuertes en la lucha contra el cáncer. Por todos aquellos, Carpe diem. 

Mapa para hacerse donante de médula y de sangre: https://www.fcarreras.org/es/mapadonantes

sábado, 18 de febrero de 2017

Relato cortos: Ser

Estaba jugando con la onza entre la saliva y su lengua, saboreando cada textura de los tres chocolates que componían la tableta. Olía la tarde a humedad, estaba fría y gris para echar un paseo melancólico, pero su pierna le impedía dar pasos, y menos zancadas. El exceso de actividad del día anterior lo habían dejado k.o. Entraba la luz entre las cortinas que se movían con el viento y sonaba una melodía de violines a lo lejos en alguna casa amante de la música clásica.

Y en aquel momento, con todos sus sentidos recibiendo información de todo lo que le rodeaba, decidió parar, pasar, acurrucarse en el sillón orejero de la sala de estar y dormir. Ser su dueño. Ser su sueño. 


domingo, 12 de febrero de 2017

Reflexiones ajenas I

Cuando un día te levantas con este regalo de reflexión, salida de la mente inquieta de una persona maravillosa:
¿No te gustan los días de lluvia? Me acabo de poner por la ventana y veo las gotas lentas caer, mojarlo todo, salpicar charcos y mojar lo mojado. ¿Y sabes lo que he pensado? Que cada gota es una gota de vida. Es tan necesaria la lluvia... en todos los sentidos. Y me gusta que rieguen los campos, mojen ciudades, arrastren recuerdos con sus ríos diminutos, limpien la atmósfera y volvamos a enamorarnos del sol cuando llegue... ¡Y qué bonito está mi patio cuando llueve! Hasta las yerbas me gustan más, tiene esperanza. ¡Ni las rejas me alejan de la libertad de la vida!

Es una reflexión ajena pero personal, me ha parecido tan bonita que la he tenido que compartir aun sin pedir permiso. Me gustaría decir que siento haberlo hecho, pero no es así... Me encanta tener la oportunidad de mostrarla en el pequeño universo de Entalpías.

Espero que la disfrutéis tanto como lo he hecho yo.

martes, 7 de febrero de 2017

La calle de mi barrio

La calle de mi barrio no entiende de verdades ni mentiras, solo entiende de naranjos y arriates, de adoquines mal puestos que a veces te hacen tropezar y chiquillos con balones. La calle de mi barrio no entiende de compromisos, ni de futuros argumentos de un alcantarillado mejor. Entiende solo de sol y sombras, de brisas y vientos, de bancos y papeleras que recogen lo que ya no sirve. La calle de mi barrio entiende también de tiendas de familia, donde encuentras siempre lo que te hace falta con un trato amable, donde no falta un pan que llevarte a la boca haciendo barquitos en la salsa de la vida. La calle de mi barrio es mi camino diario, y no entiende de misterios ni marañas de pensamientos, de telarañas de mensajes encriptados en pantallas y sí de lluvias y granizo cuando hay tormenta. La calle de mi barrio es accesible, antagónica a veces, articulable en mil palabras, pero no admite que la maltraten presentando medias naranjas amargas prometiendo mermeladas ni manzanas de la discordia. Es unión entre dos avenidas, la de antes y la de después, y tiene su nombre en una placa en las esquinas: Calle del Pensamiento

"Nuestras emociones son esclavas de nuestros pensamientos y palabras" -@Patri_psicologa


domingo, 5 de febrero de 2017

Bebiéndole.

Le gustaba su piel. Tersa, suave. Su aspecto, su olor. Sentirla en la suya, besarla, beberla, acariciarla, simplemente amarla. Su sal, su brillo, la palabra susurrada con su roce, la vida que rebosa cuando el agua resbala después de una ducha con el espejo lleno de vapor y aparece un mensaje secreto escrito en su ausencia. 

Y mientras, la música sigue soñando en sus oídos. 

miércoles, 1 de febrero de 2017

Relatos cortos: Eternidad

En la mañana, a lo lejos de los versos enmarañados de un ciprés imponente estaba el gato. Su contoneo jugueteaba con decenas de flores en sus jarrones y tapaba dejando entrever las letras que con amor quedaron grabadas. 
Se oía su ronroneo desde el banco, desde la fuente y desde la cancela de hierro forjado por unas manos que ya quedaban extintas. En el frío mármol se acumulaban años de denso polvo. La tierra, removida, daba pista de una reciente despedida. Coronas con mensajes emotivos, visitas de quién echa de menos a un ser querido, botas llenas de fango y gorriones bañándose en los charcos. 

La brisa movía ramas y hojas. Cerraron las puertas y se durmió la eternidad de los bancos, los cipreses, las lápidas y las palabras. Nadie había y sin embargo se guardaban rastros de muchos que vivían aún en la memoria de los que respiran.

Y allí se quedó el gato.