martes, 30 de abril de 2013

Relatos cortos: Escondite

De vez en cuando, suena una canción que me recuerda a ti. Miento. No a ti, sino a momentos contigo. Una mirada, una mueca agadable, una palabra o una nota ahogada en tus cuerdas vocales por el estruendo de la discoteca. A veces miro atrás y me gustaría volver a ese lugar en aquel instante, y luego cierro los ojos y me agarro tan fuerte al minutero que cae por el peso de los segundos hasta las seis, y me resbalo por él, y me doy de bruces en la azotea, mirando al frente, al horizonte. No al infinto, al skyline.

Una vez me senté a esperar con un rabito de margarita saliendo de forma chulesca por mis labios inclinados levemente a la izquierda. Era una mañanita de abril donde el sol jugaba al escondite con las nubes. Pero frío no hacía, y tampoco llovía, y como lo único que pasaba, visto lo visto, era el tiempo, decidí que en aquel día y a esa hora era mi turno para jugar, el momento de esconderme y encontrarme, esconderte y encontrarte, esconderme y encontrarme, esconderme y encontrarte, esconderme y encontrarte, esconderte y encontrarme...

 

lunes, 22 de abril de 2013

Del sueño a la realidad.

Con mayor o menor esfuerzo, todas las personas tenemos metas que alcanzar en la vida. Unas apuntan hacia lo cercano, lo factible, fácil, rápido, pero no por ello menos importante. Son metas cotidianas.

Otras, buscan un camino más largo, torciendo destinos y cruzando mares hasta llegar a un lugar desconocido donde asentarse durante un tiempo. Algunas metas están a la vuelta de la esquina y otras van precedidas por la paciencia, compañera y guía ineludible hasta cruzar las setecientas setenta y siete maratones y media y ver, ya cerca, la cinta que marca el final. Y por fin, ahí está, tersa, tensa, meciéndose coqueta a merced de la brisa, esperando sentir en un instante mágico el vientre del corredor hasta ceder y caer en un vals hacia el firme suelo, el nuevo suelo. Tu nuevo destino. Tu META.

Lo has logrado. La felicidad te embriaga. Sí, sí... otras metas vendrán, otras maratones u otros paseos cortos para doblar la esquina... pero ésta meta es tuya. Lo has logrado. Disfrútala. Brindemos.

ENHORABUENA.

 

domingo, 21 de abril de 2013

Esa otra "Familia"

Cuando vas a tu puesto de trabajo y te encuentras personas con las que congenias, todo es mucho más fácil. Te sientes respaldada en todo momento y no ves la hora de tener una reunión para vernos las caras y compartir unas risas. Vas haciendo amigos de los que antes sólo eran compañeros y vives momentos y días como los de hoy, haciendo las veces de una gran familia.

De nuevo no puedo más que sentirme feliz por cruzarme en mi camino con tan buena gente y sentirme ya parte de sus vidas. Sin duda, ¡qué suerte la mía!

miércoles, 17 de abril de 2013

Gracias

Llevo unos días dándole vuelta a esta entrada. No sabía cómo empezarla ni qué escribir. El Blog principalmente lo hice por eso, para decir lo que siento, y desde ese día necesitaba gritar y expresar algo que desde el domingo forma un nudo en mi garganta y que, sin duda, explotaría en cascada de lágrimas de felicidad con un abrazo amigo. Lo he retenido, esquivado tal vez porque, después me digo a mí misma, que soy exagerada en mis sentimientos y que debo contenerlos. Hay gente que reacciona como un cachorro al sonar un estruendo cuando expresas sentimientos... Se asusta. Y lo curioso del tema es que en realidad, para ser sincera, pasar lo que se dice pasar... No ha pasado nada, pero esta es una de las ocasiones en las que se hace valido de nuevo el refranero español: la intención es lo que cuenta.

Y, aunque al final no se produzca el milagro de la vida (deseo que así sea porque tú lo deseas), y aunque finalmente no se lleve a cabo el honor que refieres brindarme por las causas que sean o porque así lo prefieras en ese momento, quiero que sepas que soy un poco más feliz simplemente porque un día quisiste darme un regalo con el corazón en la mano. Amiga, a pesar de decir lo contrario, rebozas cariño aun sin ser de deportes de contacto. De verdad, gracias... Y suerte.

jueves, 11 de abril de 2013

Ese extraño pasajero

"Una vocecita en su interior la empujaba directamente a un lugar en otro mundo..."

Hace unos años, mi abuelo me regaló el que, por muchos motivos, se ha convertido en mi libro favorito: Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. En él, se describe con absoluta soltura las características más significativas de unas cuantas patologías mentales catalogadas en el CIE 10 y en el DMS. Me fascinó tanto su lectura y la facilidad de comprensión en la que parecía moverse todo aquel entorno que leí mucho más acerca del tema hasta el punto de sacar un sobresaliente en la asignatura de Salud Mental en la carrera casi sin leer los apuntes.

Mi profesora, una señora apunto de jubilarse, me recomendó entrar en la especialidad de dichas patologías y me animó a opositar. Pero, al igual que el asombro, en mi nació también la sombra de la duda y del miedo, el respeto a conocer a personas que habían acabado con la vida de familiares y habían hecho barbaridades por una paranoia... y la cosa quedó ahí.

Ni que decir tiene que los, vulgarmente llamados, locos, son uno de los grandes estigmatizados de la sociedad. Ellos a la cabeza del pelotón, sus familiares unas pocas décimas detrás.

Cuando una persona sufre del estómago o de la piel, una pastilla o una crema o ungüento pueden ser suficientes para curar o paliar os síntomas. En la enfermedad mental, sea cual sea, el síntoma queda latente. Siempre te acompaña y se convierte en pasajera de tu tren, martilleando tu consciente cuando estás cuerdo, tu subconsciente cuando has perdido la cordura. Supongo que me dio miedo no poder llegar a comprender bien qué mecanismos se accionan en la mente para que alguien pueda desarrollar algo así.

Y es difícil, lo sé. Es complicado no dar explicación a la persona que ha perdido la razón en sus actos y palabras. Duele, enfada, irrita, ataca a los nervios... A tí, que la sufres y lo sabes. A tí, que lo ves a diario en tu hijo, padre, hermano, amigo. Sea como sea, no estáis solos, buscad ayuda... Por suerte o por desgracia, este tren va lleno de muchos pasajeros y de gente que es capaz de hacer el viaje algo más llevadero.

 

jueves, 4 de abril de 2013

Un momento.

Instantes de la vida. Como el agua convertida en granizo que cae y choca con estruendo contra el parabrisas de tu coche. Es difícil hacer seguimiento del que golpeó en el cristal desde el interior, lo pierdes de vista pero está ahí, en el suelo, junto con otros muchos. Tan cerca, pero tan lejos. Y siguen cayendo y siguen cubriendo el suelo de una capa helada, fría como el témpano que, no obstante, sucumbirá con el primer rayo de sol que abra una nube consoladora en una tarde de abril.

Suelo radiante donde no hay sombra, con multitud de gorriones mojando sus patitas en los charcos de los ya derretidos granizos. Se irán, como tantas otras lluvias a un mar de tempestades y se evaporarán para acercarse de nuevo al cielo desde donde partieron. Ciclos de la vida.

miércoles, 3 de abril de 2013

Personajes VI

No es habitual escribir dos Secciones de Personajes tan seguidas, pero hoy ha salido a relucir el tema de los embarazos en una conversación y no he podido evitar acordarme:

Cuando mi madre me dijo que estaba embarazada por cuarta vez (obviamente, siendo la tercera de sus hijos era mi primer embarazo maternal como mera espectadora) me puse muy contenta. Tan contenta me puse que fue lo primero que solté como una explosión en mi clase del colegio: "Voy a tener un hermanito!!!" Luego, cinco minutos después de tal explosión, me entró un terror irrefrenable pensando que quizá mi madre me había gastado una broma y fue lo primero que pregunté al llegar a casa. Mi cara de satisfacción al negarme la broma debió de ser un poema porque mi madre aún hoy lo recuerda con una carcajada.


Unos meses después allí estaba el chiquitujo, encima de la cama de mis padres esperando a que sus tres hermanos mayores lo vieran por primera vez. Y yo no puedo describir qué sentí. Era lo primero que yo deseaba tanto durante un tiempo tan grande en una niña de nueve años. No quería nada más que estar con él y darle el biberón y hablarle de nuevo, ahora sí, cara a cara. Después de todo ya nos conocíamos barriga a través y habíamos compartido cientos de canciones de los Beatles con los cascos de mi viejo walkman abrazando el vientre de mi madre.

Sin duda, mis hermanos son parte muy importante en mi vida, pero los mayores ya estaban cuando yo llegué y el pequeño cambió mi vida cuando llegó a ella. En gran parte soy quien soy gracias a tenerlos a mi lado. Hoy, ese bebé que bailaba con la música del genio de Aladdin es ya un hombre de casi veinte años y yo no puedo evitar sentirme en parte responsable de que sea también quien es, una persona cariñosa y noble entre otras muchas virtudes.

Esta sección de personajes que han influido en mi vida (prometo hacer otra para los mayores) va para mi hermano Rafa, ese pequeño ya no tan pequeño que me hizo y me sigue haciendo muy feliz sólo con un beso.

¡Te quiero!