sábado, 18 de mayo de 2013

Feliz vida

De nuevo ha llegado, tranquilo, sin prisas y quizás en no muy buen momento. Pero aquí está. Alguna que otra cana ha salido a lo mejor en tu cabellera y tienes que sumar un número más a tu carnet de identidad. Aún no tienes la vergüenza idiota, socialmente aceptada sin embargo, para mirar a otro lado y evitar decir la edad, pues son pocas las primaveras que has visto amanecer.

Hace un año justo que también lo celebrabas, pero muchas cosas han pasado y no bastará un solo día para que me lo cuentes todo. Reflexiona y dime lo más importante, aun mejor dime qué has aprendido.

Al final, la vida es sólo un suspiro, una consecución de llantos y risas, con su cara y su cruz, su Ying y su Yang. Y hoy te digo que debes buscar esos momentos de felicidad con cosas que te hagan sentir bien: ver una buena película, abrazar, cenar en buena compañía o tomarte una copa con amigos, ver una puesta de sol, besar, tener conversaciones agradables, leer, sentir el aire fresco rozando tu cara, escuchar la música infinita, maestra de sentimientos y experimentar cualquier tipo de sensación que te transporte, que te haga olvidar los problemas por un rato, porque esos normalmente y la mayoría de las veces, son maleducados, llegan solos y sin invitación.

Por eso hoy, te invito a que te reinventes. Cambia lo malo, quédate con lo bueno y conviértete en capitán de tu barco: pon rumbo firme a tu vida. Esa que hoy tiene un año más. Un día más. No dejes cosas por decir, no dejes cosas por hacer, vive, vivamos.

Feliz cumpleaños. Feliz vida.

domingo, 5 de mayo de 2013

A tí, madre.

Este día no debería existir como celebración única, pues Todos los días vosotras sois madres, y todos los días deberían reconocer vuestra incansable labor, vuestro amor incondicional, vuestro tesón, vuestra paciencia, vuestro sinvivir por la felicidad de vuestros hijos, vuestra responsabilidad, vuestra comprensión. Porque vuestras palabras calman, vuestras caricias sanan y vuestros besos reconfortan.

Por eso y por mucho más, desde este pequeño rincón de internet para el mundo, mis felicitaciones a todas las madres que ejercen como tal. Y mis agradecimientos.

Te quiero, mamá.

jueves, 2 de mayo de 2013

Frágil

Me asusta lo frágil. Algo que se puede romper fácilmente siempre ha causado un sentimiento de inestabilidad en mi, quizás avivado ese sentir porque nunca en mi familia hubo una amplia capacidad de tactilidad fina (siempre fuimos todos unos patosos, no somos lo que se dice manitas para nada, vaya). Y es que más de una vez, bruta de mí, he roto un huevo por cogerlo y romperlo mientras mi cabeza andaba flotando en otra parte.

Sin embargo, al igual que me descoloca, esa fragilidad me llama incesante a que la vea, la mire, la pruebe, la manosee, la cate. La curiosidad mató al gato, dicen.

La enfermedad es un poco eso: Fragilidad humana que incita sobretodo a los sanitarios a curiosear más acerca de la valoración, diagnosis, tratamiento y pronóstico de vida. Y jode, con perdón de la palabra (y sin perdón también), saber y ver cómo salpica sin rubor a unos y a otros. Extraños. Conocidos. Y todo se vuelve más inestable aún porque, aun sabiendo lo que es y segura de que ello te ayuda a afrontarlo, no puedo dejar de sentir que quizás me podría haber dedicado a la enseñanza e ignorar, como tantos otros, las miserias de una dolencia que te hace ser tremendamente grande para la gente que te quiere, pero insignificante para un mundo en crisis económica y de valores políticos al que tú, por mucho que escuches en los telediarios, no le debes nada. Y cómo jode saber lo que sabes.

Ignorancia, bendita felicidad.


Y lo peor es que es una droga. Lo sé, porque duele, porque merma, porque engancha y, una vez pruebas el gratificante momento en el que un paciente se ve beneficiado de un bien que le has dado... No hay vuelta atrás. Y habrá sobredosis de dolor a veces, porque veas un sufrimiento donde no tiene cabida el consuelo, ni sentido las palabras que de corazón quieres soltar: "Todo irá bien". No las dices ¿para qué?, no es lo que necesitan oir. Sólo paciencia, empatía y paciencia.

Sanitarios del mundo, no os dejéis la paciencia en casa por la mañana. No os dejéis la empatía. La fragilidad a veces no tiene cura, pero los tratamientos paliativos son buenos aliados en los momentos donde la esperanza se fue y la realidad es la mejor medicina para cuidar y lograr una vida digna. Y una muerte, igualmente, digna.