miércoles, 28 de junio de 2017

El desierto.

Tan cerca, y tan lejos a veces, que parecen siete Saharas los carriles desiertos que me llevan a tu casa. Los árboles cimbronean ante la llegada del viento que refresca la noche de tu calle. Tu patio guarda el secreto de tu desnudez tumbada en el colchón de pseudo chill out que te has montado y los mosquitos ponen banda sonora, rematando tú con redobles de palmas y a lo loco. 
Sonrisas, llamadas de atención y miradas cómplices de aquel que te roba el sueño todas las noches como polluelo en el nido pidiendo alimento, y conversaciones a buen seguro dignas de ser grabadas para ser escuchadas entre recuerdos de un verano feliz. 

Dicotomía de estío, en lo bueno y lo malo, se juntan en meses por separado, y soñando quizá alguna vez en compartir unidos una arena fina y unas dunas que, en presencia del mar, pasa a ser más playa que desierto. 

lunes, 26 de junio de 2017

Loca

Infundada en su camisa de fuerza estaba la loca. Gritaba y gritaba y nadie la oía. Paredes sin objetos sobresalientes, con una única cámara en el rincón, encima de la puerta camuflada por almohadillas.

Loca. Loca. Loca. 

Denigrante palabra que usamos para quien ha perdido la cordura en un mundo mucho más loco que ella.

Loca. Locos. 

sábado, 17 de junio de 2017

La foto

Lo que veo no es más que un reflejo del presente unas décadas atrás. Veo unos ojos tristes, un corazón descontento. Veo una mirada vacía, veo un ser sin alma. Alma que una vez estuvo y se esfumó hacia la nada. Nada que se perdió en el infinito mundo truncado de un niño que tuvo que ser hombre aún siendo un crío. Veo una vida a la deriva, con bagaje cultural de plena calle, con demasiados cojones sin detener su estallido. Veo soledad. Veo desdicha. Payaso con careta de alegría que cantaba Bambino, payaso con portada y nariz roja, que vende al exterior algo que no es real... payaso, pero sin felicidad. 

Gente desgraciada que haga lo que haga siempre dejará que el odio lo arrastre hacia el lado oscuro de la vida. Ni siquiera intenta remar hacia lo positivo, ni siquiera se plantea la posibilidad de cambiar.

Karma. 

sábado, 10 de junio de 2017

Abriendo ventanas

Cristal opaco. Marco blanco de madera y muchos miedos tras la barrera física de la puerta. Unas letras en negro ponían nombre al despacho y el teléfono no paraba de sonar en la mesa de la derecha. No había nadie allí para cogerlo, pero se adivinaba que no andaba muy lejos, pues habían dos siluetas en vez de una tras la translúcida puerta.
El sonido se filtraba cómo susurro a través de las rendijas. Se podía escuchar risas, y eso la hubiera tranquilizado, pero no lograba calmar a su corazón desbocado. 

Abrió. Empresario de corbata con nombre de emperador romano le indicó pasar, dejando entrever tras sus canas barbas una sonrisa y una invitación sincera a entrar. Pasó. Había pasado. Estaba dentro y tras de sí se cerraron muchas puertas y se disolvieron algunos miedos. Y se abrieron de repente un sin fin de ventanas. 

Suerte, Victoria. Felicidad y prosperidad. 

domingo, 4 de junio de 2017

Relatos cortos: El precio de la verdad.

La vía del tren no trazaba un camino tan recto como hubiese deseado. Partía, desde la estación, con una maleta llena de ropa, zapatos viejos, algunos libros y un sin fin de miedos. Tenía ante sí un camino que no quería recorrer, pero que debía hacerlo. Estaba triste, no podía ocultarlo. Las lágrimas brotaron cuando escuchó el sonido de la megafonía anunciando la salida y se echó mano al pañuelo que llevaba en el bolsillo de la chaqueta. No quiero irme, se repetía una y otra vez mientras vio a los familiares de otros viajeros despedirlos desde el andén. Pero era lo que tocaba. Debía irse. 

Al cabo de un rato estaba más calmado. El vaivén del vagón lo estaba introduciendo en un letargo que hacía que no doliera tanto pensar en el pasado y verse en el presente ocupando un asiento con destino a ninguna parte. Porque eso es lo que sentía, moverse hacia un lugar que no sentía suyo, y si no lo sentía suyo es que no era su lugar y por tanto no debía ir hacia allí. 
De repente, el vagón se llenó de ruido. Se llenó de escombros y olor a sangre. Poco a poco se llenó de sueños truncados y de vacíos irrellenables. Se llenó de miedo, de desesperación, de tristeza y de impotencia. Se llenó de vidas sesgadas y la de muchos- y la suya- ya no volvió a ser la misma. Nunca más lloró por dejar atrás un pasado, sino por tener la oportunidad de vivir un futuro aunque no supiera exactamente hacia donde iba, y sin embargo, sentía que el precio pagado por descubrir esa verdad había sido demasiado alto. 

Ninguna religión, frontera ni razón de sexo merece ni una gota de sangre derramada. 
RESPECT. PEACE. LOVE. 


sábado, 3 de junio de 2017

Mis amigos.

En una mañana tan soleada como esta, me vienen a la mente recuerdos de veranos compartidos con amigos de instituto fumando cachimbas en los parques cuando aún la moda no se había extendido. Las personas que allí conocí las tengo hoy conmigo, cada uno con su vida y una vida en común para todos. Aquellos eran veranos de juegos de cartas, de botellonas de Licor 43 y canciones de Bisbal en el radiocassette del campo. Veranos de bicicleta y walkman, de barbacoas y camping con batidos de leche asquerosamente cortada.
Aquellos maravillosos años donde las únicas preocupaciones eran qué ponerte para los 'porpoco' y cuándo ponernos de acuerdo para ir a la playa con bocatas.
Esos veranos de cafés en El Latino o en El Central y de ferias y preferías de principio a fin fueron diluyéndose para dar paso a quedadas esporádicas y llenas de hamburguesas, pizzas y risas con las cosas de Martín.

Dos años tiene ya el mozo y parece que fuera ayer cuando nos dijo su madre que estaba embarazad(ísima) con esa barriguita que luego se convirtió en barrigota en un cuerpecito tan pequeño.

Un niño da alegría, y este la multiplica por mil porque ha heredado en los genes la sonrisa y la picardía, además de las miradas de soslayo cuando no le hace gracia algo.

El grupo de instituto ha ido creciendo y somos ya niños de treinta años con mil cosas que hacer pero una en común... seguir disfrutando de la compañía de los de siempre, con la incorporación de nuevas personas (y personitas) que hacen que el grupo siga teniendo vida, aunque yo siga echando de menos aquellos veranos de sol, carretera y juegos de cartas.