Si, cierto, no lleva ni doce horas en aquel lugar. Pero cuando las personas son tan diferentes y con tan distintas necesidades de atención es fácil acertar que ha habido un desacierto total en la elección de esa residencia.
Vuelvo a acordarme del abordaje holístico de la enfermería, donde se integra al hombre como un ser bio-psico-social y me resbalan por las mejillas dos lagrimones que dejan paso a un río de desesperación por ver como la administración sanitaria o de asuntos sociales permite la ecatombe de mezclar en una misma residencia unos cincuenta deficientes mentales y/o con secuelas post-ictus con un tetraplejico menor de la treintena cuya única arma es su mente y su palabra. El grupo impone sus gritos, sus golpes y las mil y una atenciones que merecen por parte de un equipo multidisciplinar que atienden una gran parte psiquiátrica. El individuo, a parte de nuevo, con necesidades totalmente distintas, que pasan por realizarle todas y cada una de las actividades de la vida diaria, cuidados de asepsia a la traqueotomia que posee, especial atención a las posibles afecciones respiratorias por retención de secresiones y... ¿Y luego qué? ¿Dejarlo en el olvido? Qué forma de matar la parte más importante que mantiene a esa persona cuerda dentro de un cuerpo que ya no le responde. Los sanitarios que están allí seguro que le intentan dar todo lo que este en su mano, pero los recursos personales son los que son. Y el centro esta especializado en lo que está. No es un lugar para un tetraplejico con sección medular en C3 (lo que hace que necesite un ventilador para ayudarlo a respirar).
Me pregunto quien fue la persona que hizo posible un traslado a cientos de kilómetros de un chaval, para alejarlo de su familia, y encerrarlo en un lugar donde sólo podrá charlar el tiempo que pase con las personas que trabajan allí... Visto que los residentes en su inmensa mayoría carecen de las habilidades sociales para poder entablar una conversación. Y con los trabajadores, esto sólo pasará mientras tengan tiempo para charlar. Que dudo que sea mucho.
Me pregunto quien fue esa persona.
No suelo desearle mal a nadie aunque meta la pata.
Pero la verdad es que sí que me sale insultarle: Maldito hijo de la gran puta.