lunes, 17 de octubre de 2016

Enfermeria Visible

Mi vida laboral ha dado muchas vueltas, pero siempre ha estado ligada a una razón: la empatía. Por ella soy enfermera. Hago mía la frase que dice que en realidad no se trabaja de enfermera, sino que simplemente se es enfermera

En el día a día, en tu día como enfermera, conoces muchas historias que te marcan de por vida. A veces no tengo ganas de hablar de ellas. Otras veces, estoy deseando contar y me apresuro a hacer esa llamada de teléfono o a escribir ese mensaje a alguien de mi entorno para compartir mis vivencias. Algunos días pasan como lo hacen las horas de quien ve correr una maratón, con paciencia pero sin intervenir en la carrera, acercando con mis manos voluntarias a esas otras  una botella de agua que llevarse a una boca seca o a un cuerpo acalorado. Otros, soy yo la que calzo zapatillas y doy zancadas hasta lograr cruzar la meta.

La enfermería es una de las profesiones más duras que existen, pero también de las más gratificantes. Eres capaz de ver en el mismo día la miseria de las personas y sorprenderte de la grandeza y capacidad de las mismas. Superación, lucha, y también pérdidas y tragedias. 
Hoy no voy a hablar de aquellos por los que nos desvivimos de manera diaria. Lo voy a hacer de los enfermeros, de esos de los que me siento orgullosa con su profesionalidad y humanidad. Esos que se saben el nombre de sus pacientes y esos que a veces no son capaces de olvidar cuando llegan a casa y siguen dándole vueltas al de la cama 2 o al del box 3. 
Ellos son los verdaderos héroes de personas que, como tú y como yo, contaban con una independencia que ahora han perdido. Ellos son para los creyentes los ángeles que Dios ha puesto en su camino para ayudarlos a seguir adelante, son para los no creyentes la mano amiga que se presta a socorrerles o aquellos que le dan aliento antes de que su alma abandone definitivamente el cuerpo. Y no, no, no son héroes ni ángeles, no son ni siquiera amigos ni gurús que ayuden a encontrar la luz; solo son (somos) personas que viven la empatía de manera constante, que sienten el dolor ajeno como propio y que saben de la importancia de otra frase que resume- y me encanta- la idiosincrasia enfermera: Si puedes curar, cura; si no puedes curar, alivia, y si no puedes aliviar, consuela

Ellos, mis compañeros, son los que hacen posible una Enfermería Visible y reivindican no sin razón que esta, la nuestra, es la profesión más bonita del mundo.


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