Las luces de las calles y el gentío me recuerdan que a menudo nos olvidamos de la cantidad de personas que vivimos alrededor de una ciudad como Sevilla. Miles de personas vienen de los pueblos, y las de la capital salen de sus casas para estirar la nómina- quien la tenga- y disfrutar de un consumismo que se disfraza de Navidad.
Gastrobares de moda cambian sus cartas para hacerlas más acordes al espíritu navideño y los ayuntamientos hacen gala de atracciones para niños de vacaciones escolares y padres sufridores.
Como buena Géminis, soy amiga de los extremos. El año pasado viví las fiestas con más sopera que solera. Este año no sé qué ha cambiado, pero la cara buena del signo bipolar se ha manifestado y vuelvo a la niñez cuando huelo las castañas y escucho los villancicos aflamencados que cantaba en el colegio.
Llámame desagradecida, pero este año no me importa qué regalos encontrar en mi zapato. Tengo más en casa de lo que necesito, y probablemente me vayan a gustar los regalos que han preparado sus majestades, pero ciertamente no los necesito. Creo que este año me voy a centrar en los retos personales. Esos no pueden regalarse, solo se alcanzan o no, y me parece un año con una numeración muy bonita para eso.
Ya tengo anotados en la mente mis propósitos para el 2016. Secretos a parte, quizás a alguien acabe por contárselo... Podrías ser tú, y de paso, así me ayudas a conseguirlos, porque algunos no son fáciles, la verdad.
No te preocupes, que prometo ayudarte con los tuyos... ¿Ya los has escrito?
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