El amor puede tener muchos símiles. Uno, quizá el más extendido, es el de una flor a la que hay que regar para que no se marchite. A mí me gusta más pensar en él como un árbol, fuerte, robusto, con grandes raíces que soporten viento y tempestades, y con ramas que te hagan tocar el cielo, acariciar el sol y te den cobijo en la tormenta.
Ojalá seáis árbol el uno para el otro. Os deseo que os cuidéis, que os brindéis el agua, el aire y la luz que necesitáis, y que brindéis cada noche porque os hacéis mas fácil el camino en esta vida.
Juntos.
Feliz vida, amigos.
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