Hoy es un viernes cualquiera, y se me antoja raro. A lo mejor es el tiempo, caprichoso en nubes y agua, que quiere que un 20 de mayo se haya levantado nublado y con sensación de morriña. Estoy en casa, en mi casa de antaño, donde tantos años he vivido en frente de la parroquia de Santa María, y viendo la calle La Plaza más bonita que nunca...a pesar de estar gris y desierta. Hoy Utrera está llena de gente. La temperatura es agradable al menos de momento. Quizá sea por eso que en los veladores del Altozano sigue habiendo familias y amigos que se juntan para comenzar el fin de semana a pesar de lo sombrío de la tarde. Parecen desafiar al cielo, que a pique está de mandar una manta de agua y diluir los cafés encima de las mesas. Yo espero una voz que me diga que nos vamos a Sevilla, a unos conciertos por los que no tengo especial interés en acudir, haciendo más de acompañante que de otra cosa. La familia... una siempre tiene que dar la cara por ellos. O el alma. Para mí al menos eso es importante. Él es muy importante.
Siento que la vida hoy se para. O va más lenta, no se... Mañana todo volverá a la normalidad... Quiero sol. Quiero vida. Eso es lo que deseo.
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