En tu caso, este olor es indebido, inapreciable a veces, invisible otras, inapetente siempre, inteligente nunca. Pero como todo pasa con las manecillas de un reloj suizo, más pronto que tarde y mejor por la mañana, la pradera de los sentidos se abrirá paso por el espeso bosque muerto y correrás con tu pelo al viento, con pies descalzos, sintiendo como dejas tus huellas sobre la tierra. Olerás blanco, olerás puro y desprenderás olor a cordura, a manzana, a paz. Como otras muchas veces haces.
No te extrañes si las huellas se borran tras otro temporal... Pero en tu memoria estarán frescas, como tierra húmeda que alguna vez pisaste... Y allí, en la calma de la marea baja, la deberás buscar.
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