sábado, 10 de mayo de 2014

Olores fríos

Algunas veces traes un olor frío, azul, taciturno, un olor a desesperación y a semilocura. Una vez te olí mucho antes que tú lo hicieras. Se te olía a leguas. Y eso que no me considero persona con unas narices importantes... Es más, la propensión a la sinestesia en mí es tan común que a veces como, de comer comida, antes por los ojos que por la boca, por lo que me empacho antes de empezar casi. 

En tu caso, este olor es indebido, inapreciable a veces, invisible otras, inapetente siempre, inteligente nunca. Pero como todo pasa con las manecillas de un reloj suizo, más pronto que tarde y mejor por la mañana, la pradera de los sentidos se abrirá paso por el espeso bosque muerto y correrás con tu pelo al viento, con pies descalzos, sintiendo como dejas tus huellas sobre la tierra. Olerás blanco, olerás puro y desprenderás olor a cordura, a manzana, a paz. Como otras muchas veces haces. 

No te extrañes si las huellas se borran tras otro temporal... Pero en tu memoria estarán frescas, como tierra húmeda que alguna vez pisaste... Y allí, en la calma de la marea baja, la deberás buscar.

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