La luz del alba asomó por la mosquitera de tu habitación. La noche, no tan calurosa como otras de agosto, había sido iluminada en cuatro veces diez ocasiones por estrellas fugaces que guardan deseos cumplidos y otros que algún día llegarán. Son los resquicios de las lágrimas de San Lorenzo, las perseidas, las que anuncian un día diferente. En realidad no hay nada distinto a ayer, nada salvo un número más, y sin embargo ya lo sabes... la vida ha comenzado, ahora. Sí, la vida comienza en realidad ahora. Vida. Es tuya, tómala, sopla, sumérgete en ella y déjanos acompañarte. Yo llevo oxígeno como bocanadas para colocarnos en el limbo.
Siempre tan maravillosa!
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