domingo, 18 de noviembre de 2012

MILIKI

Hoy el mundo es un poquito menos feliz. Emilio Aragón, Miliki, ha bajado por última vez el telón 83 años después de que saliera a la luz en Carmona, Sevilla. Hoy sólo queda darle las gracias a quien tanto hizo reír, cantar y bailar con sus canciones y payasadas.

Tus Niños de uno, diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta... años te echaremos de menos. Adiós a un trabajador de la felicidad.





miércoles, 14 de noviembre de 2012

HUELGA, aquí no.

Este blog no está en Huelga. No porque esté de acuerdo con el gobierno, sino precisamente porque la libertad de expresión no se cierra ni por vacaciones. No me voy a pronunciar. Los que me conocéis sabéis lo que opino del gobierno y de su gestión, de los bancos y de la economía. No voy a entrar en debate hoy. Hoy vengo a DENUNCIAR.

Hoy la península Ibérica se levantaba con banderolas de los sindicatos por doquier, piquetes informativos y trabajadores varios que querían acudir a su puesto de trabajo como todos los días laborables del año. Y vuelta a las andadas... La libertad de unos se han comido a las de otros.

¿Patadas a los coches? ¿Insultos a los trabajadores? ¿Boicot en tiendas? ¿Obligaciones de cierre?

¿Cargas policiales exageradas? ¿Insultos a los huelguistas?

¿DÓNDE ESTÁ LA LIBERTAD?

Vergüenza de esa minoría que no respeta al que no hace huelga. Vergüenza de esa otra que tampoco respeta al que sí la secunda. Y vergüenza a todo aquel que usa la violencia física, verbal y no verbal para imponer sus propias ideas.

Desgraciadamente a veces la educación, bueno, simplemente... Brilla por su ausencia.

lunes, 29 de octubre de 2012

El tintero

No quería dejar pasar este Octubre sin añadir un nueva entrada al blog. Me estaba resistiendo a ello, es cierto, pero es que últimamente parece como si la tinta se hubiera secado en el tintero y la pluma sólo quisiera formar frases ecatómbicas, visto lo visto.

Cuando tenia edad aún para jugar con muñecas y tenía un rotulador perezoso, iba directa al cuarto de baño al armario a coger el bote de Nenuco y, capuchón trasero retirado, echaba un chorreón generoso dentro del tubito intentando no derramar demasiado líquido oloroso sobre la mesa. Claro, aquello ya se sabía cómo terminaba: manchas que coloreaban la libreta de cuadritos del colegio, un rotulador que te daba margen para unos cuantos dibujos más hasta que algún alma caritativa volviera a comprarte el estuche de 24 de Carioca (o que por arte de magia apareciera el color que te faltaba en tu estuche cortesía inadvertida de alguna compañera de clase en un préstamo puntual que se convirtió en "anda me lo he quedado sin querer, mañana se lo devuelvo" y eso nunca pasó) y unas manos que iban a oler incesantemente a colonia hasta el día del juicio final.

Supongo que eso habrá que hacer con este tintero seco, echarle un poquito de perfume... Pero esta vez del caro, que para eso estamos en crisis ¡Ea!

lunes, 17 de septiembre de 2012

Esperanza.

Qué larga se hace la espera siempre para lo que tienes prisa que acabe.

Pasan los minutos y las horas y, con apenas concentración, vas haciendo lo que debes sin quitar de la mente la espera. La eterna espera.

Todo irá bien.

domingo, 16 de septiembre de 2012

No hay distancia que esté lejos.


Un paisano mío escribió un magnífico poema... Versaba sobre eso que dicen de que la vida no está escrita, que la vamos haciendo sobre la marcha... Y mira por donde uno tuyo lo adornó con su voz, atenta a la lírica y acompañado con una guitarra.

"Caminante, no hay camino, se hace camino al andar"

Quizá sea yo la menos indicada para arrear a que te vayas. Yo, que no he salido de mi tierra por diversos motivos (seguramente, el más importante es el que también te retiene a tí). Quizá no hace falta que te regale argumentos para que cojas ese avión y hagas un viaje de más de 24 horas con unos miles de kilómetros para vivir una aventura. No te equivoques, hoy no hay nada que esté lejos, siempre existió la velocidad de la luz y allí hay electricidad y ordenadores e internet y todo, ¿eh? 

Piénsalo. Desde aquí te animamos a que cumplas, si es así, un sueño.

El tuyo.





domingo, 9 de septiembre de 2012

Pez globo

Siguiendo con la metáfora de la gran piscifactoría que es una ciudad, como por ejemplo Sevilla, hoy no me siento un pez cualquiera.

Me siento un pez globo, y no sólo porque me encuentre un poquito hinchada... Estoy un poco a la defensiva, pero con alma guerrera. Eso de "como me busques, me encuentras", así de simple. Sí, como diría mi amiga Silvia: Hoy no me soporto. Así que bueno, te recomiendo que no nades o bucees en mis aguas, que morder no muerdo... Pero tengo un As guardado en la aleta en plan... ¡¿Qué me quieres, comer?! Come, come, mamarracho... Me hincho un momentito y tengo pa' tí y pa otros veintinueve que se pongan tontos... ¡Que te voy a meter una tetrodotoxina que te vas a cagar por las patas abajo! (Papá, que se que lees esto, perdón por la grosería, pero es que los peces globos rara vez han ido al colegio a curtir sus formas... Y en la interpretación debo meterme en las escamas y espinas de este singular pececillo. Me debo a mi público)


Plas, plas, plas!

Gracias, muchas gracias. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

La pecera

Sinuosas, como las aletas de un pez en una pecera puede llegar a ser el caminar de un caminante por las calles de una ciudad. Se mecen a merced de las aguas entre el bullicio de la gente. Se mecen y, sin embargo, no es tranquilo su movimiento, como sí lo es el de un pez que nada sin prisas. Porque la ciudad, si hay algo que tiene precisamente es prisa... Sí, no como el pez del mar, ese que nada a sus anchas... Es más bien una mezcla... A veces como el salmón, a contracorriente... Otras veces como el  Plecostomus, limpiando la mierda (con perdón) que otros dejan, y otras como el Goldfish, ese pez naranjita típico que lleva más de uno en una bolsa a casa después de una feria, atrapado siempre en un cubículo pequeño y sin salida.

Y aquí estamos todos, así es. Vivimos en una gran pecera queriendo dar bocanadas de aire hacia aguas más amplias, para disfrutar de la calma quizá de un mar de árboles y olvidar, por un  rato, que sí, que la vida urbanita tiene sus beneficios y multitud de cosas positivas... Pero que irremediablemente hemos sucumbido a ser, al final, unos peces de ciudad.