Un año llevo hablando e imaginando como sería el día de ayer. La boda de un ser querido siempre es un acontecimiento importante, pero si encima resultan ser Ana y Juanjo los que se casan, la cosa se magnifica.
Tantas ganas puse en esta boda que al final me parecía mentira que estuviera sucediendo: verla con ese traje blanco, espectacular como no podía ser de otra forma y ambos radiantes de felicidad.
Perfecta, o al menos a mi me lo pareció. De presente me llevo un broche, un camafeo precioso que hizo ella con sus manos y nos llegó a todas las mujeres, y de regalo especial su Liga, algo que guardaré como oro en paño.
De recuerdo me he guardado en la mente (ningún objetivo fotográfico es capaz de captar esa esencia) su sonrisa y su mirada, pues es el rostro con más luz que he visto nunca... Y así debe seguir, sonriendo como ayer, disfrutando como ayer y compartiendo su vida junto a una persona maravillosa. Estoy segura de que van a ser muy felices. Así lo deseo.
Os quiero.
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