Se dice que cuando una persona muere se ensalzan sus virtudes y minimizan sus defectos. Cuando me enteré de la muerte de mi profesora de quinto de primaria hace unos años lloré mucho y pensé detenidamente en eso.
Entonces me dije a mi misma que aquello era verdad. No fui capaz(ni lo soy ahora) de recordar algo negativo. Creo sinceramente que las personas por norma general tienen más virtudes que defectos y que los que aquí nos quedamos no damos importancia a la mínima parte defectuosa de esa persona porque simplemente ya no tiene sentido.
En el caso de mi profesora, joven, guapa, la mejor, simpática y buena eran adjetivos que se escucharon mucho en su funeral... Pero si alguien hubiera levantado la mano y apuntado cualquier descalificativo seguro que el resto de la sala hubiera pensado que se había equivocado de persona. Y no es que no tuviera defectos, que seguro que sí, sino que el legado que dejó borró todo atisbo de negatividad en su recuerdo.
Por eso, este "Personajes II" va de nuevo para una profesora que me enseñó el amor por las letras y sobre todo la importancia de sonreír en días de lluvia.
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