*** [...] Cuantas veces te vi reir brotó un volcán de chocolate en algún lugar que nos quisimos comer sin importarnos mancharnos las manos. Cuando te vi mirar al futuro en compañía, fue de anís el río que embriagó el plan perfecto. Cuando tuviste mirada ojerosa, los girasoles del campo le volvieron la cara al sol porque se enojaron... No querían tu ceño fruncido. Cuando te escuché soñar en voz alta pude sentir lo que tú, las nubes ante ti rozando tu cabello ondulado. Cuando fue una lágrima la que recorrió tu mejilla, mi corazón simplemente se paró, pero cuando te ví vivir, yo amé la vida.
Ahora no te veo reir, ni mirar ni ver. No veo ni tus ojos ni tu mirada, ni una lágrima ni tus mejillas sonrosadas por un piropo mientras escondes en tu media sonrisa un "Te quiero". No escucho tus sueños salidos de tus labios y veo, eso sí, que esa vida se ha congelado en medio del invierno. Pero este corazón late aun por lo que sintió y desea volver a verte reir, mirar, soñar, vivir... Y espera paciente un momento, tu momento, para poder volver a querer como una vez lo hizo, como lo hace en realidad hoy en las sombras, aguardando el momento para derretir el invierno del mundo y llegar al paraíso mutuo, calmado, cálido, eterno... Para poder amar la vida, tu vida, la mía. ***
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