sábado, 24 de enero de 2015

Cuéntame un cuento

Cuéntamelo. Dime que había una vez que nunca la hubo, pero cuéntamelo. Cuéntame el del rey desnudo, el del elefante con cadenas o el de las capas de cebolla. Cuéntame un cuento. Pero cuéntamelo. Dime de escaleras y agujeros, de pájaros con alas, de saltos al vacío. Cuéntame si quieres el de la buena pipa que nunca se acaba. Pero cuéntamelo. Dime que no comieron perdices para ser felices porque no les gustaban, que prefirieron arroz con sepia o pimientos rellenos. Cuéntame el cuento que prefieras. El del lindo remiendo azul y la puntilla de tul. El de la gallina fina, el gallo malayo y el pato zapato. Cuéntamelo. Ya sabes, el cuento que quieras cuéntamelo despacio, sin prisas, que quiero oírte. Cuéntamelo a tu ritmo, que yo lo sigo. Cuéntame el de la princesa y el guisante. Cuéntame si quieres también uno de terror, de dragones y monstruos, pero entonces déjame que te abrace. Anda, cuéntame un cuento.

Pero si no me lo quieres contar, dímelo también, porque así quizá entienda que debo dejar de pedirte que me cuentes un cuento.

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