Eso sí, lo mejor de todo es observar a los que como yo han decidido dedicarle parte de la tarde al culto al cuerpo.
No os los voy a describir. Quien más y quien menos sabe de qué personajes hablo, pero por el tiempo que paso con ellos en las salas, merecían una mención en mi blog. A veces me recuerdan andando a los vaqueros de las pelis de Clint Easwood, y parece hasta que van a retarse en duelo con sus ademanes delante del espejo. Otras veces, me río con los métodos de apareamiento al pavonearse por la sala de musculación...
¡La verdad sea dicha, me lo paso pipa con ellos!
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