viernes, 16 de diciembre de 2016

Sin ruidos

El ruido es a la vida lo que la turbulencia a una corriente de aire. A lo mejor es más divertido ver un remolino, pero se disfruta mucho más ver a una hoja bailar con la brisa que correr con el huracán. Pensando en eso, me he sentado en el sofá después de dos días largos en los que nos ha tocado despedir a mi abuelo. Y he pensado que es increíble el poco ruido que dan algunas personas a lo largo de toda su vida. Mi abuelo Santiago era uno de ellos. Pasando la centena de años, creo que pocos ratos irritantes ha dado a quienes han compartido vida con el. Al menos yo no le recuerdo ninguno, aunque seguramente alguno habría, que santo no era pero puede ser una de las personas que más se alejaran de ser demonio de las que he conocido en mi vida. 

Y, como cada vez que en el camino nos hemos encontrado con una visita obligada al cementerio, hemos bebido una copa de vino a la memoria de quién solo podremos ver ya en fotos, además de cuando cerremos los ojos. 

(Va por ti. Te quiero)

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