domingo, 11 de agosto de 2013

Diálogos borreguiles

Los borregos son seres adorables desde que una conocida marca de suavizante los hizo partícipe de su imagen y anuncios televisivos para representar la suavidad y la ternura. Pero oye, el campo de dichos bichejos llega hasta límites insospechados. Tanto es así que si decimos que una persona es un borrego, no nos referimos a que es sedoso, delicado o exquisito... sino que se deja llevar fácilmente por otros capitanes en sus barcos, igual hacia aguas más oscuras y profundas: el borreguito agacha sus orejillas y se deja llevar por la marea.

Hoy, me voy a dedicar a definir una conversación entre borregos. Porque, amigos, una buena conversación y un buen conversador no es fácil de encontrar, hay que tener muchos aspectos en cuenta para que no se deje nada en el tintero y no pase la eterna premisa de que las palabras se las lleva el viento.


La conversación entre borregos es aquella en la que se dicen muchas cosas, interesantes o no, pero no llegan a buen puerto. Simplemente ambos interlocutores pierden el inter-és y se quedan sólo en locutores (sí, hoy me he levantado ocurrente). Vaya, más claro, que hablar por los codos se les da bien, pero deberían limpiarse las orejas y conductos auditivos para poder escuchar (que no oir) lo que dice el otro y así poder llegar a una conversación entre seres humanos... no ser una amalgama de berreos entre borregos sin lana. 

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