Mira que te decía que quererte a ti no era difícil, que, a pesar de ir sin intención, agradas con tu forma de ser y te reconocen enseguida como líder, como fiel aliado en el arduo quehacer laboral.
Y aquí tienes tu recompensa.
Mientras, me sentaré a ver como reconocen tu trabajo jefes e indios, chamanes y guerreros... Y quizás sientas temblar tu mano, pero entonces habrás de agarrar con firmeza la lanza y hacer señales de humo, porque la soledad no existe cuando te rodeas de gente que antes has ayudado y está loca por devolverte el favor. Baila alrededor de la hoguera. Baila.
Y es que a veces, solo a veces, la vida te da lo que mereces. Te lo mereces.
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