No te equivoques. Tú crees que con las sonrisas guasonas y provocativas consigues tu propósito final de fastidiar al que tienes al lado. Y quizás consigas una tormenta interna de rayos y truenos. Pero el tiempo pone todo en su lugar, basta con tener un poco más de la paciencia finita y fiereza al defender en lo que se cree, como la que tenía en el corazón la Dama de Hierro.
No, no te equivoques. Porque tú crees que los bombones compran oro y grana, piensas que compran felicidad, palmas, y risas. Pero la felicidad no se compra. Se trabaja, se hace con saber hacer, no sólo con estar bailando alrededor de una hoguera como un fantasma en la noche de San Juan.
No te equivoques. Porque el final del camino lo eliges tu. Igual que elegiste el propio camino y las salidas del mismo. Aquellas que concurren en una serie de actitudes que no llevan a mayor lugar que al fracaso personal.
No lo hagas. Aún estas a tiempo de rectificar.
Escucha: No te equivoques.
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