Volver a soñar a tu lado, caminando de la mano por las calles de cualquier lugar. Y volver a brindar con vino y regar las risas en aquel jardín. Y volver a sentir tu latido fuerte y claro entrando por mi oreja y transmitiéndose a ritmo de yunque, estribo y martillo.
Volver, sentir, soñar y volar. Volver y revolver la habitación con olor a suavizante recién secado al sol. Volver a ser un solo ente que fija su vista en nada más que el otro ser. Volver, volver y sumar más que restar, andar más que correr, subir después de bajar.
Volver a cantar marinero, a bailar hasta que nadie quede ya en la pista de baile, a tomar un cubata a la luz de las estrellas fugaces. Volver a secuestrar tu olor para pensarlo después, cuando ya no estés y eche de menos el calor de tus manos en mi piel. Volver a acariciarte como la primera vez, como cuando no había miedo ni había porqués. Como cuando eramos dos con ganas de estar en vez de ser. Volver a mirarte como cada mañana, y volver a ver en tus ojos esa forma que tienes de mirarme, de cuidarme, de abrazarme, de mimarme.
Volver pero no al ayer, volver a hoy y a mañana, volver a dentro de mil años contigo, volver a tu lado... Pero volver, volver siempre, porque cuando vuelvo a ti parece que nunca me he ido.
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