Viéndola dormir una entiende la importancia de la inocencia del perro, lo feliz que puede llegar a ser la ignorancia de un perro. En su mundo sólo importa la confianza que tiene en sus cuidadores, la seguridad que le transmite el sentirse querida por alguien y la certeza de que tendrá agua y comida cada día que se levante de su alfombra. La vida del can (querido... Y mi padre añade: capado) es buena vida.
Se me venía esto a la mente, ya digo, viendo a Maná dormir mientras escuchaba en las noticias la increíble pero cierta de los recortes presupuestarios del gobierno, tocando Sanidad y Educación después de prometer (en saco roto quedan todas las promesas ya) que no iban a tocar esos dos elementos.
Mientras, la reforma laboral sigue haciendo de las suyas y decenas de españoles pierden sus empleos y tienen miedo a enfermar ya no por la enfermedad en si, sino por el terror a represalias en forma de despido.
Puede que sea porque hoy especialmente me siento algo decaída, pero hoy la miro mientras la acaricio y bendigo la suerte de un animal al que adoro.
...pues sí, ciertamente la vida de mi can (¿o debería decir "cana"?, según la ignorante, lega e inculta pero políticamente correcta forma actual de emplear nuestro idioma) es similar a la de tu Maná... llena de feliz inocencia, siestas a pata suelta, ratos de soñarrera, y de carreras desaforadas, confianza, cariño, fidelidad y lealtad absolutas... y una intensa mirada que me desarma... y es que, como tú, yo también la adoro... Carmencita.
ResponderEliminarSuerte de los que saben ver que más allá de pelos, músculos y huesos hay ciertamente esa lealtad de la que hablas. Ese amor tan limpio y puro. Precioso. :)
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