Con mayor o menor esfuerzo, todas las personas tenemos metas que alcanzar en la vida. Unas apuntan hacia lo cercano, lo factible, fácil, rápido, pero no por ello menos importante. Son metas cotidianas.
Otras, buscan un camino más largo, torciendo destinos y cruzando mares hasta llegar a un lugar desconocido donde asentarse durante un tiempo. Algunas metas están a la vuelta de la esquina y otras van precedidas por la paciencia, compañera y guía ineludible hasta cruzar las setecientas setenta y siete maratones y media y ver, ya cerca, la cinta que marca el final. Y por fin, ahí está, tersa, tensa, meciéndose coqueta a merced de la brisa, esperando sentir en un instante mágico el vientre del corredor hasta ceder y caer en un vals hacia el firme suelo, el nuevo suelo. Tu nuevo destino. Tu META.
Lo has logrado. La felicidad te embriaga. Sí, sí... otras metas vendrán, otras maratones u otros paseos cortos para doblar la esquina... pero ésta meta es tuya. Lo has logrado. Disfrútala. Brindemos.
ENHORABUENA.
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