jueves, 20 de junio de 2013

Relatos cortos: Mundos distintos

Y pasaron las horas. Quieto, expectante. No podía recordar qué le había llevado a ese lugar, y sin embargo allí estaba, delante de la pared (¿o detrás de ella?). Miró a derecha e izquierda y vió el cielo a través de la ventana. Soleado, era Junio, pero él no lo sabía. Notaba caldeado su pecho y una respiración superficial y rápida se apoderaba de él sin razón alguna. Quizá estaba demasiado abrigado, pero allí seguía, no había razón para no hacerlo; sus pies no se movían del lugar, pero él pestañeaba, resoplaba, se mojaba los labios, giraba su cabeza e incluso levantaba las manos hacia su cara y las pasaba toscamente por sus facciones en un intento desesperado por comprender.
Por hacerse comprender.  
Y resoplaba.
Y a veces creía...
Y no podía. 

De momento.

El cerebro, órgano tan importante como curioso en sus fechorías, que no deja títere con cabeza cuando es dañado. 

Pero tú puedes, siempre se te dio bien hacer de "engaña-losas". 

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