viernes, 25 de julio de 2014

La profesión más bonita del mundo. No se admiten réplicas.

Me he tenido que levantar. Lo juro. No he podido resistirme. Flechada me he venido al ordenador llorando como casi nunca por la felicidad que me produce ser enfermera. Hoy lo he recordado al ver el documental "Ángeles Sin Alas", de la Unidad de Quemados del Hospital de la Paz de Madrid. (Para ver el vídeo, haz clic aquí)

Estoy llorando por corroborar que esos compañeros que están en los puestos sanitarios a lo largo de la geografía española, a pesar de los recortes y el sobretrabajo, rebosan humanidad. Y es verdad, hay compañeros que la monotonía o el cansancio les han podido y han perdido esa chispa que debieran tener. Pero puedo asegurar que esto que he visto en el documental, lo he vivido en cada lugar en el que he estado en mi paso por la Sanidad Pública.

Lloro porque me siento identificada con cada cosa que han dicho en ese vídeo de nueve minutos. Ese vídeo que me ha obligado a salir de la cama para escribir esto que me sale de dentro. Porque siempre quise ser enfermera para poder paliar sufrimiento, y NO, nunca, pero NUNCA, voy a acostumbrarme a ver la miseria humana; nunca, pero NUNCA, voy a mirar a otro lado si veo a alguien sangrar el cuerpo o el alma.

Quiero ser enfermera. Me gusta ser enfermera. Soy y seré enfermera. Hoy lo he vuelto a recordar en medio de esta oscuridad laboral en la que a veces me hallo. ¡Soy enfermera, joder!

Gracias, de corazón, a todos mis compañeros. En especial a esos que hacéis que esta profesión sea la más bonita del mundo:


Si puedes curar, cura. Si no puedes curar, alivia. Si no puedes aliviar, consuela. 

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