El cáncer se posa suavemente en muchas familias y arrasa en muchas otras. Todos somos víctimas potenciales de él pero la habilidad del humano, con sus investigaciones y cuidados, hace que podamos hacerle frente.
Las mujeres cada año, con la marea rosa que se produce en la carrera de la mujer, reivindican el derecho a la lucha, su gratitud a las que lo hicieron contra el de mama, su aliento a las que lo padecen y su esperanza en las mentes de las que nacen las medidas para prevenir y ayudar a superar esta enfermedad tan extendida.
Y luego está la fuerza de las que les toca sufrir en sus pechos biopsias y amputaciones, mamografias y alguna que otra operación para minimizar el impacto y poder vencer. Otras, simplemente, no ganan.
Va por todas esas mujeres mi admiración. Se me llenan los ojos de lágrimas y la piel se me eriza. Por las que están y se vieron las caras contra el cáncer. Por las que ya perdieron su batalla. Por las que siguen luchando y por las que tendrán que enfrentarse a ese momento que cambiará su vida.
A todas ellas, ¡Ánimo: estamos con vosotras, campeonas!
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