Ayer fue mi cumpleaños. Veintisiete añazos cumplí, ni más ni menos. Unos me dijeron ayer que pararon de contar a los veinticinco, otros que a los veintisiete... una que yo me sé desde los dieciocho está diciendo que está mayor. Pero yo quiero seguir contando mis años y cumpliendo el año que viene veintiocho, y el siguiente veintinueve. ¿Para qué están los años si no es para cumplirlos y vivirlos?
La generación de los ochenta ha vivido una época imborrable. Supongo que también eso dirán los del resto de generaciones, pero hace poco leí un e-mail con el que me sentía totalmente identificada. Se titulaba "Para la generación de los 80's, la última generación cuerda". El contenido me hizo reír y disfrutar, tanto que mientras lo hacía ya le iba dando en otra ventana a reenviar a todos mis contactos, para no dejar de compartir aquello que habían escrito unas manos y que eran fiel reflejo de lo que yo había vivido durante bastante tiempo.
Yo quiero seguir cumpliendo. Es verdad, fueron buenos los años en los que nos reuníamos después del colegio una panda de chavalines que no levantaban más de dos palmos del suelo para hacer los deberes y luego ponernos a jugar con lo que nos encontrábamos. Fueron buenas esas partidas de hockey con tapón de lejía y escoba revenía, esos partidos de fútbol con cabezas de muñeca incluida (sí, sé que puede sonar grotesco, pero era lo que teníamos a mano, ¡imaginación al poder!) y esos piedra, papel o tijeras mientras subíamos las, por aquel entonces nos lo parecía, altísimas escaleras del almacén de la hermandad. Fueron buenas aquellas veces que nos sentamos enfrente del viejo televisor en blanco y negro del almacén viejo, donde veíamos Los Caballeros del Zodiaco y por supuesto Oliver y Benji. Fueron buenas aquellas charlas en la esquina y las guerritas de pipas en el castillo ya entrados en la adolescencia. Y lo vivido en el skakeo, y con los porrones, y en El Clemente y en tantos otros lugares de marcha con esos amigos que siguen estando a mi lado después de tantos años.
Los años de instituto también lo fueron, donde conocí a las que hoy día siguen siendo mis amigas.Y en la universidad, donde guardo amigos y confidentes, por muy cerca o lejos que estén. Buenos además aquellas noches de verano en Observación, compartiendo plato, mantel y vías, TCE's, ventiladores y muchos tubos con un grupito "bueno-bueno" que espero encontrarme de nuevo, porque así da gusto trabajar.
Ahora, tengo más personas a mi lado, compañeros de penas y glorias, cochecaminos de Carburos y dos superenfermeros omnipresentes: Joselito y Superpablo.
Que sí, que quiero seguir viviendo, cumpliendo años junto a mi penco, ese barbudo que tengo a mi lado siempre y con una cosita peluda que tengo a mis pies y que me mira y me insta a que le haga alguna caricia (y éste último personaje no es humano, a pesar de que la descripción también podría corresponder a uno que yo me sé).
Tengo suerte por tener un balance de años, en mis veintisiete primaveras, muy positivo. Y quiero seguir poniendo la balanza para el lado bueno, así que quiero seguir cumpliendo años, claro que sí, y si me acompañáis, seguro que será mucho más fácil seguir viendo, en definitiva, la vida.
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