Poco a poco, las aguas volvieron a su cauce con la parsimonia de una tarde de otoño, viendo cómo la gravedad, caprichosa, tornaba inertes las hojas entre las raíces del árbol centenario.
Volvería a llover. Y lo haría pronto... pero tenía toda una primavera escasa para disfrutar de la frondosidad del bosque y del sol calentándole sus pies descalzos.
Lo intentaré. Carpe Diem.
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